El viaje a la montaña mágica



Había una vez en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad una niña llamada Valentina.

Valentina siempre había sentido curiosidad por la montaña mágica que se alzaba en el horizonte, y un día decidió emprender un viaje hacia ella. Cuando llegó a la base de la montaña, encontró a un simpático duende llamado Pimpollo. -Hola, pequeña aventurera. ¿A dónde te diriges? -le preguntó el duende con una sonrisa.

-Quiero descubrir los secretos de la montaña mágica -respondió Valentina emocionada. -Pues has llegado al lugar indicado. Pero ten cuidado, la montaña está llena de sorpresas y desafíos -advirtió Pimpollo. Valentina asintió y comenzó a ascender la montaña.

En su camino se encontró con criaturas fantásticas, como hadas, unicornios y dragones amigables. Cada uno le enseñó lecciones valiosas sobre la amistad, el valor y la tenacidad. Finalmente, llegó a la cima, donde descubrió una piscina de agua cristalina con propiedades curativas.

Valentina se sumergió en ella y sintió una energía renovadora recorrer su cuerpo. Al regresar al pueblo, compartió sus experiencias con los demás niños, inspirándolos a creer en la magia que puede existir en el mundo.

Desde ese día, Valentina se convirtió en la guardiana de la montaña mágica, protegiendo su magia y compartiéndola con quienes fueran dignos de encontrarla.

FIN.

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