El Viaje a La Paz
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Julieta. Era curiosa y valiente, siempre soñando con aventuras y nuevos horizontes. Un día, mientras exploraba el bosque, encontró un mapa antiguo escondido entre las raíces de un enorme árbol.
- ¡Mirá esto! -exclamó Julieta, mostrando el mapa a su gato, Momo-. Creo que nos lleva a un lugar mágico.
Julieta, emocionada, decidió seguir el mapa. Después de caminar durante horas, llegó a un valle lleno de flores multicolores y árboles frutales. En el centro de ese valle, se alzaba una ciudad brillante y hermosa. En la entrada, un letrero decía “La Paz”.
- ¿Qué lugar tan bonito es este? -se preguntó Julieta, asombrada.
Entró en la ciudad y fue recibida por habitantes amables que la recibieron con sonrisas.
- ¡Bienvenida a La Paz! -dijo una anciana con un sombrero de flores-. Aquí todos vivimos en armonía. Aquí no hay peleas ni tristeza.
- ¡Guau! -respondió Julieta-. ¡Es increíble!
La niña exploró la ciudad y notó que sus habitantes tenían un don especial: todos sabían comunicarse sin palabras. Usaban gestos y sonrisas para expresar sus sentimientos. Al poco tiempo, Julieta hizo muchos amigos. Uno de ellos, un chico llamado Lucas, la llevó a conocer el parque de los sueños.
- Aquí en La Paz, los sueños pueden volar -le explicó Lucas mientras señalaba un enorme árbol lleno de estrellas.
- ¿Cómo hacen eso? -preguntó Julieta con curiosidad.
- Cada vez que alguien tiene un sueño, lo anota en una hoja, lo coloca en el árbol, ¡y él lo guarda hasta que se vuelve realidad! -respondió Lucas con entusiasmo.
Julieta sintió una chispa de inspiración. Ella también quería contribuir. Decidió escribir su sueño: "Quiero unir a las personas a través de la música", y lo colgó en el árbol. Pero pronto se dio cuenta de que no solo escribiendo sueños se podían lograr las cosas. Para hacer que su sueño se cumpliera, necesitaba la ayuda de sus amigos.
- ¡Vamos a organizar un festival de música! -propuso Juli, emocionada.
Los habitantes fueron de gran ayuda. Todos juntaron instrumentos de todo tipo y se pusieron manos a la obra. La música y la alegría llenaron el aire mientras Julieta y sus nuevos amigos trabajaban día y noche.
Pero a medida que se acercaba el festival, un fuerte viento se desató y comenzó a llevarse los globos de colores que habían decorado la ciudad.
- ¡No! -gritó Julieta, viendo cómo los globos volaban lejos.
Entonces, la anciana del sombrero de flores se acercó y le dijo:
- Cuando algo se pierde, siempre podemos encontrar una solución. ¿Y si usamos nuestra creatividad para hacer más? -
Julieta pensó por un momento y sonrió.
- ¡Claro! Podríamos hacer volar cometas en lugar de globos. ¡Cada uno podría decorar su cometa como quiera! -
Y así lo hicieron. La ciudad se llenó de cometas de colores, que danzaban en el cielo, mientras la música empezaba a sonar. La gente bailaba, reía y celebraba. Julieta se sintió feliz al ver a todos unidos.
- ¡Esto es maravilloso! -dijo Julieta mientras se llenaba de orgullo.
El festival fue todo un éxito. Los sueños de ella y de sus amigos volaron alto, y la gente se unió en una gran celebración. Jan, el tamborilero, y Mina, la flautista, se volvieron famosos en la ciudad por su hermosa música. Al final del día, la anciana se acercó a Julieta.
- Ahora sabés, querida, que la verdadera paz se encuentra cuando trabajamos juntos -dijo la anciana con una dulce sonrisa.
- ¡Sí! -respondió Julieta-. ¡Nunca lo olvidaré!
Julieta se despidió de sus nuevos amigos y del mágico lugar. Sintiéndose llena de amor y felicidad, prometió volver. Y con cada paso que daba, se dio cuenta de que La Paz siempre estaría en su corazón.
Cuando volvió a su pueblo, Julieta organizó un pequeño festival de música y paz con sus amigos. Haciendo más cometas y mucho más amor, entendió que la verdadera magia estaba en compartir momentos, sueños y alegría.
Y así, Julieta mantuvo viva la esencia de La Paz, recordando siempre que unir a las personas es el mejor camino para construir un mundo en armonía.
FIN.