El Viaje a Planeta Aprender



Era un día soleado en la escuela de la Seño MC, donde los niños y niñas de la clase Aprender Espacio estaban muy emocionados por su próximo proyecto. La Seño, siempre inventiva, les había prometido una sorpresa.

- ¡Atención, atención! - anunció la Seño MC con una sonrisa ancha. - Hoy vamos a hacer algo muy especial. ¡Vamos a viajar a un planeta mágico!

Los ojos de los niños se iluminaron de inmediato. Entre risas y murmullos de emoción, comenzaron a imaginar qué aventuras les depararía este nuevo lugar.

- ¿Cómo vamos a llegar, Seño? - preguntó Lucas, ansioso.

- Con nuestra imaginación - contestó la Seño, mientras sostenía un libro brillante titulado "El Gran Viaje Espacial". - Vamos a cerrar los ojos y contar hasta tres. Cuando los abramos, seremos astronautas en el Planeta Aprender.

Los niños cerraron los ojos con fuerza. - Uno, dos, tres... - Al abrirlos, se encontraron en un paisaje deslumbrante con árboles de colores, ríos de jugo de frutas y criaturas amigables que parecían sacadas de un cuento.

- Hola, visitantes de la Tierra - saludó una extraña criatura de cuatro brazos con una sonrisa amplia. - Yo soy Zap, el guardián de este planeta. ¿Están listos para aprender y jugar?

- ¡Sí! - gritaron todos entusiasmados.

Zap los llevó a un bosque lleno de letras flotantes y números danzantes. - Aquí, cada letra tiene una historia que contar y cada número tiene una aventura que vivir. ¿Quieren probar?

- ¡Sí, claro! - respondieron mientras se sumergían en el aprendizaje.

Pero pronto descubrieron un problema. Un grupo de criaturas tristes los miraba desde una esquina.

- ¿Por qué están tan tristes? - preguntó Sofía, una de las niñas.

- Sin nuestras historias no podemos jugar - respondió una criatura llamada Rita, con una lágrima en su ojo. - Las letras han decidido no contarnos más cuentos.

- ¿Pero cómo podemos ayudar? - preguntó Martín, intrigado.

Zap explicó: - Las letras se han asustado porque creen que nadie las quiere. Si logran demostrarles lo importantes que son, quizás regresen a contar historias a todos.

Así que los niños decidieron ayudar. Comenzaron a contar historias divertidas con las letras que estaban en el aire. Una por una fueron atrapando la atención de las letras y, sorprendentemente, empezaron a brillar más.

- Mira, las letras están riendo - exclamó Ana. - ¡Sigamos contando!

- Érase una vez un valiente astronauta que conquistó un planeta lleno de caramelos... - empezó Lucas, y todos se unieron para darle vida a la historia.

Las letras, agradecidas, comenzaron a contar aventuras en respuesta, llenando el aire con cuentos vibrantes y alegres. Pronto, todas las criaturas del planeta se unieron al juego.

Sin embargo, en medio de la diversión, una sombra se cernió sobre el paisaje. Era un monstruo de tristeza, que absorbía toda la alegría. - ¡¿Por qué están tan felices? ! - gritó el monstruo. - ¡Yo quiero que se sientan solos como yo!

Los niños, en lugar de asustarse, decidieron enfrentarse al monstruo.

- ¡Escuchá! - dijo Martín, con valentía. - ¡Los cuentos pueden hacer que todos nos sintamos mejor! Si nos dejas divertirnos juntos, podrías unirte a nosotros.

El monstruo frunció el ceño, dudando. - ¿De verdad? ¿Pero yo no sé contar historias...

- ¡No importa! Solo necesitás intentarlo - animó Sofía.

Y así, con un poco de esfuerzo, el monstruo comenzó a contar su propia historia, aunque era muy básica y llena de errores. Pero los niños no se rieron, más bien lo animaron. - ¡Eso es! Seguí así - gritaron.

Poco a poco, el monstruo fue perdiendo su tristeza y comenzando a reír. Al ver esto, las letras decidieron volver, trayendo historias y risas a todos.

- ¡Hurra! - gritaron todos juntos. El Planeta Aprender volvió a brillar con colores más vivos.

Finalmente, la Seño MC dio la señal de que era hora de regresar a la Tierra. - ¡Qué gran aventura! - exclamó la Seño. - Ahora sabemos que, uniendo nuestras historias, podemos hacer del mundo un lugar mejor.

Mientras volvían a su aula, los niños fueron contando entre ellos lo felices que estaban y cómo había sido su experiencia.

- Me encanta aprender - dijo Sofía. - ¿Podemos volver a Planeta Aprender algún día?

- ¡Claro! Siempre que traigamos nuestras historias - respondió la Seño MC con una sonrisa.

Y así, los niños y niñas de la clase Aprender Espacio aprendieron que la amistad, la creatividad y las historias pueden cambiar el mundo, una risa a la vez.

FIN.

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