El Viaje a Playa Jasmin



Era una hermosa mañana de verano y un grupo de cinco amigos decidió que era el momento perfecto para un gran viaje. Joaquín, el más entusiasta, soltó la idea primero:

"¡Chicos, ¿qué tal si vamos a Playa Jasmin? He escuchado que es un lugar mágico!"

Sofía, la más organizada del grupo, respondió con una sonrisa:

"Genial, pero primero necesitamos un plan. ¿Quién tiene la camioneta de sus padres?"

Diego, con su manera despreocupada, exclamó:

"No te preocupes, yo me ofrezco a pedirla. A mis viejos les encanta que viajemos juntos."

La propuesta entusiasma a todos. Llenan la camioneta con provisiones: sándwiches, frutas y varias botellas de agua. Pero se dan cuenta de que, para llegar, tendrán que atravesar el bosque de Los Vaqueritos, un lugar que todos sabían que poseía mitos de fantasmas y animales mágicos.

Mientras conducían, el paisaje empezaba a cambiar. Los árboles eran más altos y los sonidos del campo llenaban el aire. Joaquín, que era un amante de las historias, comenzó a contar las leyendas de Los Vaqueritos.

"Dicen que aquí vive una mula mágica que ayuda a los viajeros en sus jornadas. Si de verdad existe, podríamos pedirle que nos lleve a la playa más rápido."

Sofía se rió y le dijo:

"¿Y qué le dirías? ¿Por favor, mándame un milagro de playa?"

Pero en el fondo, diego sintió curiosidad y recordó algo que su abuelo le había contado.

"Si encontramos a la mula mágica, podríamos hacerle una pregunta. Como por ejemplo, cómo ahorrar agua en la playa para que todos puedan disfrutar de ella."

Así que los amigos decidieron que, si encontraban a la mula, le harían esa pregunta. Continuaron su camino entre risas y bromas, hasta que un giro inesperado los detuvo en medio del bosque. La camioneta se apagó sin previo aviso.

"No, no, no… ¡esto no puede estar pasando!" dijo Joaquín, preocupado.

Sofía sacó el mapa que llevaban y se puso a revisarlo.

"Según esto, la única manera de avanzar es caminando un poco más. Quizás podamos encontrar ayuda más adelante."

Los cinco caminantes seguían adelante, pero el tiempo pasaba y los miedos comenzaban a surgir. Fue entonces que escucharon un sonido extraño, como un relincho. Todos miraron hacia un arbusto y se encontraron con una mula de color dorado brillante.

"¡¿Pueden creerlo? ! ¡Es la mula mágica!" gritó Sofía en un susurro, mientras sus ojos brillaban de emoción.

"¿Cómo sabemos si de verdad es mágica?" se preguntó Diego.

La mula, como si hubiera entendido, se acercó a ellos y dijo con una voz suave:

"No tengo que demostrar nada. ¿Qué necesitan?"

Joaquín, un poco nervioso, se adelantó.

"Queremos saber cómo podríamos ahorrar agua en la playa para que todos puedan disfrutar de ella."

La mula sonrió con dulzura.

"El agua es un regalo. En la playa, usen cubos en lugar de mangueras, recojan el agua de lluvia y compartan este mensaje con otros. Recuerden que el cuidado del agua también es un juego en equipo."

Los amigos asintieron, agradecidos por la sabiduría de la mula.

"¡Gracias!" exclamaron al unísono, llenos de esperanza.

Con un giro de su cola, la mula mágica desapareció entre los árboles, dejando a los amigos en un estado de asombro. Encontraron una ruta que los llevó a la camioneta, que mágicamente había vuelto a encenderse. Sin perder tiempo, saltaron dentro y continuaron su viaje hacia Playa Jasmin.

Finalmente, llegaron a la playa y se lanzaron a sus aguas cristalinas. Pero mientras jugaban, no podían dejar de pensar en lo que la mula les había enseñado.

Décadas después, esos amigos de la infancia se convirtieron en defensores del medio ambiente, trabajando juntos para promover el ahorro de agua en sus comunidades. Así, cada verano, se reunían en Playa Jasmin, recordando aquel viaje lleno de aventuras y la mula mágica que les enseñó a cuidar lo que más amaban.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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