El Viaje a Saturno de los Marcianos



Era una vez, en la lejana galaxia de Luminara, un grupo de simpáticos marcianos que habitaban en el planeta Rojo. Estos marcianos eran muy curiosos y soñaban con explorar el vasto espacio y conocer otros mundos. Un día, mientras jugaban en su jardín de esponjosas nubes de color rosa, Zito, uno de los marcianos más aventureros, dijo:

"¡Quiero ir a visitar la luna de Saturno! Me han contado que tiene anillos de colores y montañas de cristal."

Sus amigos, Tia y Miro, miraron a Zito con ojos grandes y brillantes.

"¿De verdad? Suena increíble, pero... ¿cómo vamos a llegar a Saturno?"

"¡Construiremos una nave espacial!" - proclamó Zito emocionado.

Y así, los tres amigos se pusieron manos a la obra. Reunieron todo tipo de materiales: latas, tubos de cartón, luces de colores y un montón de globos. Después de días de trabajo, su nave estaba lista. La llamaron "Estrellita Voladora".

"¡Ahora sí! ¡A volar!" - gritó Zito mientras los tres se subían a bordo.

Despegaron y el viaje comenzó. Pasaron por un mar de estrellas brillantes y vieron planetas danzando en el cielo.

Miro, que estaba mirando por la ventana, exclamó:

"¡Miren! ¡Ahí está la luna de Saturno! ¡Es aún más hermosa de lo que imaginé!"

Cuando aterrizaron en la luna, se encontraron con un paisaje mágico. Los anillos de Saturno brillaban con todos los colores del arcoíris.

"Esto es un sueño hecho realidad" - dijo Tia, dándose vuelta sobre sí misma en la suave arena lunar.

Exploraron la luna, recolectando piedras brillantes y saltando de alegría. De pronto, Zito vio algo moverse entre los cráteres.

"¡Chicos, miren eso!" - dijo entusiasmado.

Eran extraños pero amistosos seres de luz, que agrupaban brillantes destellos. Al ver a los marcianos, se acercaron volando.

"Hola, soy Lumino, el guardián de esta luna. ¿Qué los trae por aquí?" - dijo uno de ellos.

"¡Hola! Venimos a explorar y conocer el lugar!" - respondió Zito.

Lumino los miró con curiosidad y les preguntó:

"¿Saben por qué esta luna es tan especial?"

Los marcianos se miraron entre sí, sorprendidos.

"No, pero nos encantaría saberlo" - contestó Tia.

"Esta luna es el hogar de los sueños. Cada noche, los sueños de todos los seres vivos viajan hasta aquí, donde se convierten en estrellas" - explicó Lumino.

Los marcianos no podían creer lo que escuchaban:

"¡Eso es asombroso! Entonces, ¿podemos ver esos sueños?" - preguntó Miro con la esperanza en sus ojos.

"Por supuesto, pero primero deben ayudarme. Este lugar necesita luz, y ustedes son expertos en crear sonrisas. Si hacen reír a quienes visitan la luna, la luz de sus risas iluminará el lugar" - dijo Lumino.

Sin pensarlo dos veces, los marcianos se prepararon para hacer una gran fiesta. Todo el mundo fue invitado: los seres de luz y cualquier criatura que pasara por allí.

La fiesta fue un éxito. Zito, Tia y Miro contaron chistes y bailaron, y la risa resonó por toda la luna. A medida que reían, la luna brillaba más y más. Finalmente, pudieron ver los sueños transformarse en hermosas estrellas que danzaban por el cielo.

"¡Miren! ¡Esos son los sueños de todos nosotros!" - gritó Zito emocionado.

Con los corazones llenos de alegría, los marcianos agradecieron a Lumino y se despidieron de sus nuevos amigos. El regreso a casa fue aún más mágico, con la luz de las estrellas como guía.

Cuando aterrizaron en su planeta, Zito, Tia y Miro sabían que nunca olvidarían su extraordinario viaje.

"Hoy aprendimos que nuestra alegría puede iluminar incluso los lugares más oscuros" - dijo Miro.

Y así, con sus corazones rebosantes de felicidad, los marcianos siguieron explorando su mundo, pero nunca olvidaron la luna de Saturno y los sueños que habitaron en ella.

Desde ese día, se comprometieron a hacer reír a todos los marcianos de su hogar, creando un legado de luz y alegría que viajaría más allá de las estrellas.

FIN.

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