El Viaje a Venus de Valentina
Era un brillante día en la Tierra cuando la astronauta Valentina se preparaba para su viaje al espacio. Su misión: descubrir los secretos del misterioso planeta Venus, el segundo del sistema solar. Valentina miraba por la ventana de su nave y se emocionaba al pensar en lo que encontraría en ese planeta gemelo de la Tierra.
"¡Allá vamos!", gritó Valentina mientras encendía los motores.
La nave despegó majestuosamente y se elevó hacia el cielo. Valentina disfrutó de la vista de la Tierra alejándose cada vez más.
Después de un largo viaje, llegó a Venus. Desde su nave, vio un planeta brillante y colorido.
"¡Qué hermoso se ve Venus!", exclamó, maravillada.
Sin embargo, a medida que se acercaba, notó que el planeta era de un intenso color naranja y... ¡estaba lleno de volcanes!"¿Volcanes?", se preguntó, asombrada, mientras la nave aterrizaba suavemente.
Una vez afuera, el calor la envolvió.
"¡Es mucho más caliente de lo que imaginaba!", dijo Valentina, mientras se abría su traje espacial.
Decidida a explorar, comenzó a caminar sobre la superficie rocosa del planeta. Notó que las montañas estaban llenas de cráteres y formaciones extrañas.
"Esto es increíble", pensó para sí misma. "Debo tomar notas para que todos en la Tierra lo sepan."
Mientras escribía en su tablet, un surco en la tierra se movió inesperadamente y Valentina se dio cuenta de que no estaba sola. Un pequeño alienígena curioso apareció.
"¡Hola! Soy Nino", dijo el alienígena con una voz amistosa.
Valentina se sorprendió.
"¿Un alienígena en Venus?", preguntó emocionada. "Siempre había soñado con conocer a alguien de otro planeta."
"Venus es mi hogar, y a pesar de lo caluroso y rocoso que es, hay muchas cosas increíbles aquí", dijo Nino, guiñando un ojo.
Valentina sonrió. Juntos comenzaron a explorar, y Nino le mostró los secretos del planeta: ríos de lava que chisporroteaban, campos de nubes de ácido y hasta los misteriosos volcanes que, aunque parecían amenazantes, tenían su propia belleza.
Un día, mientras recorrían una montaña, encontraron una cueva gigante. Nino se detuvo y dijo:
"Dentro de esta cueva hay algo que podríamos descubrir. Pero es un lugar oscuro y podría ser peligroso."
"Estoy lista para la aventura", aseguraba Valentina, trabajando por dentro su miedo.
Juntos entraron a la cueva. A medida que se adentraban, notaron un brillo misterioso en la pared. Era un mineral que brillaba con colores vibrantes, reflejando todos los colores del arcoíris.
"Esto es increíble", susurró Valentina. "¡Nunca había visto algo así!"
"Es el tesoro de Venus. Cada vez que brilla, cuenta la historia de nuestro planeta", explicó Nino.
Siguiendo la luz, llegaron a un inmenso lago de magma que parecía un espejo dorado. Pero de repente, el suelo tembló y un volcán cercano comenzó a hacer erupción, lanzando rocas al aire.
"¡Debemos salir de aquí!", gritó Valentina, sintiendo la emoción correr por su cuerpo.
Corrieron hacia la salida, y en el proceso, Valentina comprendió que los volcanes no eran solo peligrosos; eran parte de la belleza y la vida de Venus, incluso podían crear nuevos continentes.
Una vez a salvo, Valentina miró sonriente a Nino.
"¡Eres increíble! Nunca pensé que un viaje a Venus me traería un amigo como vos."
"Y yo nunca pensé que una humana de la Tierra podría ser tan valiente", respondió Nino, sonriendo.
Valentina decidió que era momento de volver a casa. Mientras subía a su nave, miró por última vez el paisaje naranja.
"¡Telescopios van a querer descubrir todo esto!", dijo emocionada.
Cuando finalmente regresó a la Tierra, Valentina compartió su aventura con todos, inspirando a otros a no tener miedo al desconocido y a explorar, porque a veces los mayores descubrimientos vienen de los lugares más inesperados.
Y así, Valentina y Nino siguieron siendo amigos, enviándose mensajes a través de las estrellas, conectando dos mundos que parecían tan diferentes, pero eran más parecidos de lo que pensaban.
FIN.