El viaje al futuro de la clase 6A
Era un día común en la escuela secundaria de Luján cuando los amigos, Sofía, Tomás y Lucas, descubrieron un viejo laboratorio en el sótano del colegio. Allí, encontraron una extraña máquina del tiempo cubierta de telarañas y polvo.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Sofía con curiosidad.
"Parece una máquina del tiempo, pero no sé si funcione" - respondió Tomás escaneando el lugar.
"¡Vamos a probarla!" - exclamó Lucas emocionado, sin pensar en las posibles consecuencias.
Con un botón brillante en el centro, los chicos empezaron a girar algunas perillas. De repente, la máquina comenzó a vibrar y a emitir luces de colores.
"Espero que no explote" - dijo Tomás nervioso.
En un giro, ¡zas! Se encontraron en un futuro no muy lejano, en una ciudad donde las tecnologías eran impresionantes y los automóviles volaban. La escuela de Luján se había convertido en un centro de innovación, pero la alegría se desvaneció cuando se dieron cuenta que no sabían cómo volver.
"¡Esto es increíble! Pero, ¿cómo regresamos?" - cuestionó Sofía.
"Creo que debemos conseguir los componentes que faltan para que funcione de nuevo" - sugirió Lucas.
Los chicos se pusieron a investigar y se enteraron que la máquina requería tres objetos: una brújula mágica, un hilo de oro y un libro de sabiduría que se encontraba en la biblioteca del futuro.
Partieron en una divertida aventura en busca de estos objetos, enfrentándose a retos hasta encontrar primero la brújula, que resultó estar controlada por un guardián robot.
"¿Por qué quieren la brújula?" - interrogó el robot.
"Queremos volver a nuestra época" - respondió Sofía.
"Solamente podrán obtenerla si me resuelven este acertijo" - propuso el guardián.
Con trabajo en equipo, los chicos lograron resolver el acertijo, sorprendiéndolo con su ingenio. El guardián los dejó pasar y tomaron la brújula.
Su siguiente parada era la biblioteca intergaláctica, donde los libros flotaban y daban instrucciones. Allí encontraron el libro de sabiduría, pero un libro travieso, que se llamaba 'Cuaderno de Chistes' estaba a punto de enojarse.
"¡No me roben mis hojas!" - gritó el libro.
"¡Solo buscamos un libro!" - suplicó Tomás mientras se tapaba la boca para no reír.
"Está bien, lleven el libro, pero prométanme que lo leerán" - dijo finalmente el libro de chistes.
Los chicos rieron y prometieron. Ya solo faltaba el hilo de oro. Lo encontraron en un taller de moda, donde una diseñadora estaba creando trajes voladores. Ella les compartió:
"Solo si me ayudan a terminar un traje para la feria serán míos".
Trabajaron juntos, cada uno aportando sus habilidades, y al final lograron completar el traje.
"¡Lo logramos! Ahora sí, tenemos todo" - exclamó Lucas con orgullo.
De vuelta a la máquina, encaminaron los objetos en el dispositivo. Sofía puso la brújula, Tomás el libro de sabiduría, y Lucas el hilo de oro. Al girar el botón, un torbellino de luces los envolvió, y en un instante, regresaron al laboratorio de su escuela.
"¡Lo hicimos!" - gritaron al unísono, llenos de alegría.
"¿Y qué aprendimos?" - preguntó Sofía.
"Que trabajando juntos se pueden superar los problemas más difíciles" - reflexionó Tomás.
Desde ese día, los amigos no solo se convirtieron en mejores compañeros, sino que también se comprometieron a ayudar a los demás en su escuela y a seguir soñando con el futuro, sin temer los desafíos.
FIN.