El viaje curativo de Sofía y Rosita


Había una vez una niña llamada Sofía que tenía una muñeca muy especial. Su muñeca se llamaba Rosita y siempre estaba vestida de azul, con su camisita y su canesú.

Sofía adoraba a Rosita y la llevaba a todas partes. Un hermoso día de sol, Sofía decidió sacar a pasear a Rosita al parque. Jugaron en los columpios, se balancearon en el tobogán y corrieron por el césped.

Pero justo cuando estaban por regresar a casa, un fuerte viento sopló y Rosita comenzó a estornudar sin parar. Sofía se preocupó mucho al ver que Rosita se había constipado. La llevó rápidamente a su habitación y la acostó en la cama con mucho cuidado.

Al día siguiente, Sofía decidió llevarla al doctor para que le diera algo para sentirse mejor. Llegaron a la consulta del doctor Juanito, un médico muy amable que siempre sabía cómo curar cualquier enfermedad de las muñecas.

Después de examinar a Rosita, el doctor Juanito dijo:-¡Oh no! Parece que Rosita está constipada. Pero no te preocupes, Sofía, tengo el remedio perfecto para ella.

El doctor Juanito le dio un jarabe especial a Sofía y le explicó cómo debía darle el medicamento correctamente. "Debes usar un tenedor para darle el jarabe", dijo el doctor Juanito mientras mostraba uno con una sonrisa-. "Pero ten mucho cuidado de no pincharla".

Sofía asintió emocionada porque sabía que podía ayudar a Rosita a sentirse mejor. Siguiendo las indicaciones del doctor, tomó el jarabe con el tenedor y se lo dio suavemente a su muñeca. Día tras día, Sofía cuidaba de Rosita con mucho amor y paciencia.

Le daba el jarabe con el tenedor y la arropaba con mantitas para mantenerla caliente. Poco a poco, Rosita comenzó a mejorar.

Un día, mientras Sofía jugaba en su habitación, escuchó una vocecita proveniente de la cama:-¡Sofía! ¡Sofía! ¡Mira, ya me siento mucho mejor! Sofía se volteó rápidamente y vio que Rosita había cobrado vida. Estaban tan emocionadas que comenzaron a saltar y reír juntas. Desde ese día, Sofía y Rosita se convirtieron en grandes amigas.

Juntas exploraron nuevos lugares, aprendieron cosas nuevas y ayudaron a otros niños enfermos con sus muñecas. La historia de Sofía y Rosita nos enseña la importancia de cuidar de aquellos que nos importan cuando están enfermos.

Además, nos muestra cómo la amistad puede ser un gran apoyo en los momentos difíciles. Así que recuerda siempre estar ahí para tus amigos cuando más te necesiten porque nunca sabes cuándo podrías hacerles sonreír como lo hizo Sofía por Rosita.

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