El viaje de África


Había una vez una niña llamada África, de ocho años de edad, con el pelo rubio y rizado. Vivía en un lugar mágico donde todos los habitantes tenían habilidades mágicas especiales.

Desde hacer aparecer flores hasta volar por los cielos, cada persona en la aldea tenía su propio don. África era diferente a los demás niños de la aldea porque no había descubierto su don mágico.

Aunque intentaba con todas sus fuerzas hacer magia, nunca lograba que algo especial sucediera. Esto la entristecía mucho y sentía que no encajaba entre los demás. Un día, África decidió que ya era suficiente. Estaba cansada de sentirse diferente y quería encontrar su don mágico.

Así que empacó algunas cosas esenciales en una pequeña mochila y se aventuró fuera de la aldea en busca de respuestas. Caminó durante días sin saber a dónde iba exactamente, pero confiaba en que algún día descubriría su verdadero poder.

Durante su viaje, conoció a muchos personajes interesantes: un hada juguetona, un duende travieso e incluso un dragón amigable. Cada uno le contaba historias maravillosas sobre cómo habían encontrado sus propios dones mágicos.

Pero ninguno parecía tener el mismo problema que África: ninguno había nacido sin magia. Desanimada y sintiéndose aún más perdida, África llegó a un bosque oscuro y espeso donde se encontró con una anciana sabia sentada junto a una fogata crepitante.

La anciana, llamada Doña Mágica, parecía conocer todos los secretos del mundo mágico. África se acercó tímidamente y le preguntó si podía ayudarla a encontrar su don. Doña Mágica sonrió y dijo: "Querida África, tu don no está en ningún lugar fuera de ti.

Está dentro de ti". África quedó perpleja. ¿Cómo podría estar su don dentro de ella si nunca había sido capaz de hacer magia? La anciana explicó que el verdadero poder mágico estaba en la imaginación y la creatividad.

No importaba si podía volar o convertir cosas en oro; lo importante era cómo usaba su mente para crear cosas maravillosas. Entonces, África entendió que ella tenía un don único: la capacidad de contar historias increíbles con su imaginación.

Podía transportar a las personas a mundos mágicos sin necesidad de hechizos o trucos. Llena de alegría y emoción, África regresó a casa con una nueva perspectiva sobre su propio valor.

Comenzó a compartir sus cuentos con los demás niños de la aldea, quienes se maravillaron ante sus historias llenas de aventuras y magia.

Desde ese día en adelante, todos entendieron que no importaba qué tipo de magia pudieran hacer; lo importante era abrazar sus propios talentos y compartirlos con el mundo.

Y así fue como África descubrió que el verdadero poder no reside en habilidades extraordinarias, sino en aceptarse a uno mismo tal como es y utilizar esos talentos únicos para hacer del mundo un lugar más especial y hermoso.

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