El viaje de Ailín por el país de las Redes Sociales



Ailín era una niña curiosa y aventurera que un día decidió explorar un nuevo universo: el país de las Redes Sociales. Con su tablet en mano, Ailín ingresó a este mundo digital lleno de colores, filtros y hashtags.

Pronto se encontró con Caritón, el simpático y parlanchín Pájaro Twitter. -Hola, soy Caritón, ¿quieres que te muestre el camino por las Redes Sociales? -le preguntó.

Ailín emocionada aceptó la ayuda de Caritón y juntos comenzaron a recorrer el país de las Redes Sociales. Durante su recorrido, Ailín conoció a Selfie, la presumida y vanidosa Reina Instagram, quien les mostró todos los filtros para embellecer las fotos. -Miren cómo me veo con este filtro de corazones, ¡soy toda una princesa! -exclamó Selfie.

Ailín se divirtió probando los filtros, pero pronto se dio cuenta de que la verdadera belleza no necesitaba filtros.

Pasaron por el Valle de los Likes, donde cada publicación recibía montones de corazones y pulgares arriba, y por la Selva de los Comentarios, donde las palabras amigables y los elogios crecían en los árboles. Pero también descubrió el Bosque de la Envidia, donde las publicaciones ajenas generaban sentimientos de tristeza y descontento.

Ailín comprendió que en el país de las Redes Sociales había lugares maravillosos, pero también rincones peligrosos para su corazón. Fue entonces cuando Ailín conoció a Facturín, el sabio y amable Búho Wikipedia, quien le enseñó a distinguir entre la información verdadera y la falsa.

-Recuerda, Ailín, en este país digital es importante verificar la información antes de creer en todo lo que se comparte -le dijo Facturín. Con la ayuda de Facturín, Ailín aprendió a ser crítica y reflexiva al navegar por las Redes Sociales.

Finalmente, Ailín se despidió de sus nuevos amigos y regresó a casa.

A partir de ese día, Ailín supo que las Redes Sociales podían ser un lugar divertido y educativo, pero que también era fundamental cuidar su bienestar emocional y discernir la veracidad de la información. Y así, Ailín continuó explorando el mundo digital con sabiduría y alegría.

FIN.

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