El viaje de Albita y sus amigos



Había una vez un pequeño cochecito de alba llamado Albita, que vivía en la hermosa ciudad de Mar del Plata.

Era un cochecito muy especial, con ruedas brillantes y un color amarillo intenso que hacía que todos los niños quisieran dar paseos en él. Un día soleado, mientras daba un paseo por la playa, Albita se distrajo y terminó perdiéndose entre las dunas. Buscó y buscó su camino de regreso a casa, pero no lograba encontrarlo.

"¿Dónde estoy?", se preguntaba angustiado. De repente escuchó unos gritos a lo lejos. Eran dos niños que jugaban cerca de las dunas. Albita corrió hacia ellos para pedir ayuda.

"¡Ayuda! Me he perdido", dijo Albita con voz temblorosa. Los niños lo miraron asombrados al verlo hablar. Pero rápidamente comprendieron su situación y decidieron ayudarlo a encontrar el camino de regreso a casa.

Comenzaron a caminar juntos por la playa, pero pronto se dieron cuenta de que estaban perdidos también. La marea había subido y cubierto sus huellas en la arena. "No te preocupes", dijo uno de los niños intentando tranquilizar a Albita. "Vamos a buscar ayuda".

Así fue como comenzaron una gran aventura para encontrar el camino de regreso a casa. Caminaron por toda la playa buscando pistas o algún indicio que les señalara el camino correcto. Pero cada vez parecía más difícil volver al punto principal donde habían comenzado su búsqueda.

Los tres amigos se sentaron en la arena a descansar y pensar en una solución. "¿Qué podemos hacer?", preguntó Albita con tristeza. "No quiero estar perdido para siempre".

"No te preocupes", dijo el otro niño con una sonrisa. "Vamos a encontrar el camino de regreso". Fue entonces cuando se les ocurrió subir a lo alto de las dunas para poder tener una mejor vista del lugar.

Y fue allí donde encontraron la solución: un faro que brillaba a lo lejos, señalando el camino hacia casa. Los tres amigos corrieron hacia el faro, siguiendo su luz hasta llegar al punto desde donde habían comenzado su aventura.

Allí estaban sus padres, esperándolos preocupados por su desaparición. Albita estaba muy feliz de haber encontrado el camino de regreso a casa gracias a sus nuevos amigos. Aprendió una gran lección sobre la importancia de prestar atención y no perderse en la distracción.

Desde ese día, Albita prometió ser más cuidadoso y estar siempre atento mientras disfrutaba sus paseos por Mar del Plata junto a los niños que tanto lo querían.

FIN.

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