El viaje de Alegro



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Silenciovilla, un mimo muy especial. Este mimo era diferente a los demás, ya que no sabía cómo se llamaba.

Vivía triste y confundido porque todos a su alrededor tenían un nombre menos él. Un día, el mimo decidió emprender un viaje en busca de su nombre. Recorrió calles, plazas y parques preguntando a cada persona que encontraba si sabían cuál era su nombre. Pero nadie parecía poder ayudarlo.

Desanimado, se sentó en un banco del parque y dejó escapar una lágrima silenciosa. Fue entonces cuando se le acercó una niña con grandes ojos curiosos y una sonrisa cálida en el rostro.

"-¿Por qué estás tan triste?", preguntó la niña al mimo. Él suspiró y respondió: "-Estoy triste porque no sé cómo me llamo, todos tienen un nombre menos yo".

La niña lo miró con ternura y le dijo: "-No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar tu nombre". El mimo sintió una chispa de esperanza en su corazón y decidió seguir a la niña. Caminaron juntos por el pueblo hasta llegar a un hermoso jardín lleno de flores de colores brillantes.

La niña se detuvo frente a una fuente y le dijo al mimo: "-Cierra los ojos y escucha tu corazón, ahí encontrarás la respuesta que buscas". El mimo siguió las instrucciones de la niña y cerró los ojos.

Escuchó atentamente el latido de su corazón y de repente, como por arte de magia, unas letras brillantes aparecieron frente a él formando su nombre: —"Alegro" . El mimo abrió los ojos emocionado y vio las letras flotando ante él.

"-¡Mi nombre es Alegro!", exclamó feliz el mimo. La niña asintió con una sonrisa amplia en su rostro. "-Sí, Alegro, porque traes alegría a todos los que te rodean con tus gestos y expresiones", explicó la niña.

Desde ese día, Alegro siguió ejerciendo como mimo en Silenciovilla llevando consigo su nuevo nombre con orgullo. Se convirtió en el favorito de los niños del pueblo quienes siempre lo buscaban para jugar e imaginarse historias sin necesidad de palabras.

La enseñanza que dejó Alegro aquel día fue que nuestro verdadero nombre está dentro de nosotros mismos, solo debemos escuchar nuestro corazón para descubrirlo. Y así vivió felizmente Alegro transmitiendo alegría a través del arte del silencio para siempre jamás.

Y colorín colorado este cuento infantil ha terminado.

FIN.

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