El Viaje de Algodón



Había una vez un pequeño perrito llamado Algodón, que vivía en un hermoso pueblo entre montañas. Era tan suave que todos los niños del barrio le decían ‘el perrito nube’. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, se dio cuenta de que su mamá había desaparecido. Con el corazón latiendo rápido, Algodón decidió que debía salir a buscarla y no se detendría hasta reencontrarse con ella.

Comenzó su aventura por el alegre pueblo de Montañitas, donde se escuchaban risas y el aire estaba impregnado de aroma a flores. A medida que corría por las calles empedradas, Algodón vio a su amigo el gato Miau sentado en una escalera.

"Miau, ¿has visto a mi mamá?" - preguntó Algodón.

"No, pequeño. Pero escuché que se la vió cerca del río. ¿Por qué no vas allí?" - respondió el gato con un guiño.

Algodón agradeció a Miau y siguió su camino. Al llegar al río, se encontró con una gansa llamada Pluma, quien estaba buscando a sus patitos perdidos.

"Hola, Pluma. Estoy buscando a mi mamá, ¿la has visto?" - le dijo Algodón.

"No la he visto, pero si me ayudas a encontrar a mis patitos, quizás te pueda ayudar a ti también" - dijo la gansa emocionada.

Algodón accedió, pues entendía lo importante que era la familia. Juntos comenzaron a buscar los patitos, revisando cada rincón y sopesando cada canto. Finalmente, los encontraron debajo de un arbusto que les daba sombra.

"¡Los encontraste! Eres un gran amigo, Algodón. Ahora es mi turno de ayudarte" - dijo Pluma con una sonrisa.

Lentamente, volaron hacia las flores a la búsqueda de pistas. De repente, la gansa se detuvo y miró hacia el bosque cercano.

"Escuché que tu mamá fue a buscar unas ranas en el bosque. Vamos, te acompañaré" - sugirió Pluma.

Algodón se sintió esperanzado. Juntos, cruzaron el puente de madera y caminaron por el sendero del bosque. Las hojas susurraban secretos y el sol brillaba entre los árboles.

Mientras atravesaban el bosque, Algodón notó que una sombra los seguía. Era un zorro curioso.

"Hola, pequeños. ¿A dónde van tan alegres?" - preguntó el zorro con voz astuta.

"Estamos buscando a mi mamá, ¿la has visto?" - respondió Algodón con valentía.

"No, pero puedo ayudarles a cambio de un favor..." - el zorro sonreía de manera intrigante.

Algodón se sintió un poco incómodo, pero sabía que no podía rechazar ayuda en este momento.

"¿Qué necesitas?" - preguntó Algodón, curioso pero cauteloso.

"Solo quiero que me hagas compañía mientras busco comida. No tengo a nadie con quien jugar" - dijo el zorro alzando las orejas.

Algodón, a pesar de sus dudas, decidió ayudar al zorro. Juntos, recolectaron bayas y se rieron en el bosque. El zorro, que resultó ser un buen compañero, finalmente llevó a Algodón y Pluma a un claro que se veía familiar.

"Mira, ahí hay un grupo de perritos, ¿quizás tu mamá está con ellos?" - murmuró el zorro.

El corazón de Algodón latía fuertemente mientras se acercaban. Cuando llegaron, ¡ahí estaba su mamá! Miraba con angustia, pero al ver a Algodón se iluminó.

"¡Algodón! ¡Te he estado buscando!" - gritó su mamá corriendo hacia él.

"¡Mamá!" - dijo Algodón mientras se lanzaba en sus brazos. Estaba tan feliz de reencontrarla.

Pluma y el zorro estaban sonrientes, viendo la conmovedora escena.

"Gracias, amigos. Esto no hubiera sido posible sin ustedes" - dijo Algodón.

"La amistad es lo más importante" - respondió el zorro, con una sonrisa.

Desde ese día, Algodón aprendió que la aventura puede traer miedos, pero también la fortaleza de la amistad y el valor del trabajo en equipo. Y así volvió a casa con su mamá, con el corazón lleno de amor y nuevas historias que contar.

Y siempre recordará que, aunque el mundo puede ser un lugar grande y asombroso, nunca está solo mientras tenga amigos que lo acompañen.

FIN.

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