El Viaje de Alma



Había una vez un pequeño pueblo llamado Creativillo, donde todos sus habitantes eran muy especiales. En este lugar vivía una niña llamada Alma, conocida por su curiosidad infinita y su imaginación desbordante.

Un día, mientras exploraba el bosque que rodeaba el pueblo, Alma encontró un camino cubierto de flores de todos los colores. Sin pensarlo dos veces, decidió seguirlo. "¿A dónde llevará este camino?", se preguntó.

Después de caminar un rato, se encontró frente a un enorme árbol, tan alto que parecía tocar el cielo. En su tronco había una puerta pequeña, un poco abierta. "¡Qué extraño!", exclamó Alma. "Nunca había visto un árbol con puerta. ¡Tengo que entrar!" Así que empujó la puerta y entró.

Alma se encontró en un lugar mágico, lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas. Allí conoció a un pequeño ser llamado Lumo. "Hola, soy Lumo, el guardián de la creatividad", dijo el ser luminiscente. "Bienvenida, Alma. He estado esperando tu llegada. Vil destellos de imaginación y deseo de aventura en tu corazón. ¿Te gustaría ayudarme a resolver un problema?".

"¡Claro! ¿Qué necesitas?" respondió Alma entusiasmada.

Lumo le explicó que el color del mundo en su reino se estaba desvaneciendo. "Las sombras han robado los colores porque la gente ha dejado de soñar y de ser creativa", dijo Lumo con tristeza. "Necesitamos recuperar los colores y traernos la imaginación del mundo humano antes de que sea demasiado tarde."

Intrigada y decidida, Alma aceptó. "¿Qué tengo que hacer?" preguntó.

"Primero, debemos encontrar las cinco estrellas de la creatividad, escondidas en diferentes lugares. Cada estrella representa un valor: curiosidad, valentía, amistad, amor y alegría. Una vez que las tengamos, podremos traer los colores de vuelta", le explicó Lumo.

Así comenzó la aventura de Alma y Lumo. Juntos viajaron por distintos lugares mágicos. En el primer lugar, tenían que encontrar la estrella de la curiosidad, que estaba atrapada en un laberinto de espejos.

"¡Es tan complicado!", se quejó Alma al ver su reflejo multiplicado.

"No te preocupes, sólo tienes que seguir tu intuición.", aconsejó Lumo.

Alma cerró los ojos y se concentró. "¡Debo seguir mis instintos!", gritó mientras giraba hacia la derecha y el laberinto empezó a desvanecerse.

Así, logró encontrar la primera estrella. Con cada aventura, Alma se enfrentó a diferentes desafíos. En el reino de la valentía, se tuvo que atrever a cruzar un puente hecho de cristal. En el bosque de la amistad, ayudó a dos criaturas enojadas a reconciliarse. En la montaña del amor, compartió su comida con un león hambriento. Y, en el lago de la alegría, empezó a reír descontroladamente con unos delfines saltarines.

Finalmente, Alma y Lumo reunieron las cinco estrellas. Cuando las unieron, una luz brillante llenó el aire y comenzó a pintar con colores vibrantes todo a su alrededor.

"¡Lo logramos!", rió Alma mientras el mundo se llenaba de vida y color. Pero de repente, una nube oscura apareció.

"No pueden llevar esos colores a su mundo, ¡son nuestros!", rugió una sombra.

Alma sintió miedo, pero Lumo le dio una mirada de aliento. "Todos somos un poco sombra y un poco luz. Debemos enseñarle la importancia de compartir la creatividad y el color."

Alma se acercó a la sombra. "¿Por qué no usas el color para crear en vez de consumirlo? Podrías ser parte de nuestra aventura, en lugar de quedarte en la oscuridad."

La sombra se quedó en silencio, asombrada por la oferta. Nunca nadie le había hablado así.

Después de un momento, la sombra decidió unirse a ellos. A medida que se lo pensaba, el color comenzó a brillar a su alrededor y, poco a poco, la sombra se fue disipando, llenándose de colores.

Con la amenaza aplacada, Alma y Lumo pudieron llevar el color de vuelta a su pueblo. "¡Mirá, el pueblo está lleno de colores!", exclamó Alma emocionada al regresar.

Y así, el pueblo de Creativillo volvió a ser un lugar lleno de imaginación y creatividad, gracias a la valentía de Alma y la luz de Lumo. Alma entendió que la creatividad no solo se trata de iluminar el mundo, sino también de compartirlo.

Desde aquel día, siempre se aseguraba de soñar, explorar y recordar que, a veces, la luz puede nacer de incluso las sombras más oscuras.

FIN.

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