El viaje de Américo y Ericka



Era una vez, en un bosque encantado, dos amigos llamados Américo y Ericka. Américo era un joven atractivo y carismático, pero a menudo se dejaba llevar por su ego y su necesidad de ser el centro de atención. Por otro lado, Ericka era una mariquita amable y cariñosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás.

Un día, mientras Américo chismeaba con sus amigos sobre una competencia de talentos que se llevaría a cabo en el bosque, Ericka, ansiosa por participar, le dijo:

"¡Américo! ¡Deberíamos participar juntos!"

"No sé, Ericka. No me gustaría actuar con alguien que no brilla tanto como yo."

A pesar de la desilusión de Ericka, decidió seguir adelante y le contó a otros amigos sobre su idea. Sin embargo, Américo, sintiéndose áspero, empezó a criticarla:

"¿Por qué te esfuerzas tanto? Nunca ganarás. Mejor dejá que yo brille solo."

Ericka, aunque dolida, continuó apoyándolo. Un día, Américo encontró una gran piedra que prometía ser el centro de atención en la competencia. La llevó donde él se estaba reuniendo con otros participantes y les dijo:

"Miren lo que encontré, esto definitivamente me hará ganar."

Los otros animales se quedaron impresionados, pero también comenzaron a notar cómo trataba a Ericka. Una sabia tortuga llamada Tula, que estaba observando desde lejos, se acercó a la pareja:

"Américo, eso se ve impresionante, pero ¿realmente necesitas eso para mostrar tu talento? ¿Qué hay de tu amiga Ericka?"

Américo simplemente le lanzó una mirada desdeñosa y siguió hablando sobre su piedra brillante. La tortuga, preocupada, le susurró a Ericka:

"Querida, a veces creemos que necesitamos de la aprobación de otros para brillar. Pero si no cuidás de ti misma, nunca verás lo maravillosa que sos."

Ese día, los animales comenzaron a sopesar entre sí, y se dieron cuenta de lo que realmente importaba. El día de la competencia llegó y todos estaban emocionados. Américo se sentía seguro de su victoria, mientras que Ericka estaba ansiosa por demostrar su talento. Pero cuando llegó su turno, se sintió incapaz de actuar por el comportamiento arrogante de Américo.

Mientras Américo hacía su aparición, se quedó atrapado en la piedra que había traído. Los gritos de sorpresa llenaron el aire. Todos se dieron cuenta de que, aunque la piedra brillaba, lo que realmente importaba era la amistad y la confianza en uno mismo.

Ericka vio eso como una oportunidad y se acercó corriendo:

"Américo, no puedo dejar que esto te pase. Te ayudo a salir de ahí. ¡Vamos!"

"Pero, ¿y mis planes de brillar?"

"Nada importa si no estás bien. La amistad y ser fiel a uno mismo son lo más valioso."

Con la ayuda de Ericka y otros amigos, Américo logró liberarse. Comprendió que había dejado que su ego lo alejase de su verdadera amistad. Al final, decidieron actuar juntos como un equipo, mostrando su verdadero talento y celebrando su amistad. La tortuga Tula aplaudió y les dijo:

"Lo hicieron maravilloso, porque lo hicieron juntos. La bondad y la humildad siempre brillan más que cualquier piedra."

A partir de ese día, Américo comprendió que ser parte de una comunidad significa apoyar y ser apoyado, y Ericka se sintió más segura de sí misma, sabiendo que su verdadera fuerza venía de su corazón y de su valor.

Y así, en el bosque mágico, Américo y Ericka se convirtieron en un ejemplo de verdadero compañerismo y amistad que supera a la competencia. Desde entonces, cada vez que alguna criatura del bosque sentía que no podía salir adelante, recordaban la historia de Américo y Ericka, la historia donde el verdadero brillo demostró no estar en las piedras, sino en el amor y el apoyo desinteresado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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