El viaje de amistad de Eli
Había una vez un adorable koala llamado Eli que vivía en lo alto de un árbol en la selva.
Aunque era muy feliz disfrutando de su vida tranquila, siempre había sentido curiosidad por el mundo exterior y anhelaba conocer a nuevos amigos. Un día, mientras Eli exploraba los alrededores del árbol, escuchó risas y voces provenientes de una dirección cercana. Siguiendo el sonido, llegó a una pequeña escuela donde los niños estaban jugando en el patio.
Eli se acercó tímidamente y observó a los niños con gran interés. Uno de ellos, llamada Miriam, fue la primera en notar al koala.
Con ojos brillantes y emocionados exclamó:-¡Miren chicos! ¡Es un koala! ¡Qué lindo! Los demás niños se acercaron rápidamente para ver al nuevo visitante animal. Todos quedaron maravillados con la presencia del amigable Eli. Miriam se acercó aún más y extendió su mano hacia Eli para que pudiera tocarlo suavemente.
El koala movió su narizito y dejó que Miriam lo acariciara. -¡Es tan suave! -dijo Miriam emocionada-. ¿Quieres jugar con nosotros? Eli asintió con entusiasmo mientras seguía a los niños hasta el área de juegos.
Juntos saltaron en los columpios, treparon por las estructuras de escalada e incluso organizaron una divertida búsqueda del tesoro por toda la escuela. A medida que pasaban los días, Eli se convirtió en el amigo inseparable de todos los niños. Compartían secretos, risas y aventuras juntos.
Pero había un niño llamado Koala que parecía distante y triste. Eli notó su actitud y decidió acercarse a él. -Hola, Koala -dijo Eli con una sonrisa-. ¿Por qué estás tan triste? Koala miró hacia abajo y suspiró.
-Es que no me siento bienvenido aquí. Todos los demás niños tienen amigos, pero yo siempre estoy solo. Eli se acercó aún más y le dio un abrazo reconfortante. -Entiendo cómo te sientes -dijo Eli-.
Pero permíteme mostrarte algo importante: todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace especiales. Tú también puedes encontrar amigos si les das la oportunidad de conocerte. Koala miró a Eli con curiosidad y comenzó a pensar en sus palabras.
Decidió seguir su consejo e intentar hacer nuevos amigos en la escuela. Al día siguiente, Koala se acercó tímidamente a un grupo de niños y les preguntó si podría jugar con ellos.
Los niños se sorprendieron al principio, pero cuando vieron el sincero deseo de Koala por ser parte del grupo, lo aceptaron con gusto. A medida que pasaba el tiempo, Koala se volvió inseparable de su nuevo grupo de amigos.
Juntos exploraban la selva en busca de aventuras emocionantes e incluso ayudaban a cuidar del árbol donde vivía Eli. La amistad entre Eli, Miriam y los demás niños creció cada día más fuerte gracias al valiente gesto de Koala para abrirse al mundo exterior.
Aprendieron sobre la importancia de aceptar las diferencias entre las personas y cómo la amistad puede florecer cuando se le da una oportunidad.
Y así, Eli el koala, Miriam, Koala y los demás niños de la escuela vivieron muchas aventuras juntos, siempre recordando que la verdadera amistad no tiene barreras ni límites.
FIN.