El viaje de Ana hacia la lectura
Ana era una niña muy curiosa y siempre estaba deseando aprender cosas nuevas.
Sin embargo, desde que comenzó la escuela, se había dado cuenta de que leer y escribir no eran tan fáciles para ella como lo parecían para los demás niños. Las letras parecían moverse en la página y a menudo se confundía entre ellas.
Un día, mientras estaba en clase de lectura, Ana cerró los ojos por un momento y de repente se sintió transportada a su propia mente. Todo estaba oscuro al principio, pero luego las letras comenzaron a aparecer ante sus ojos como si estuvieran flotando en el aire.
Ana se dio cuenta de que cada letra tenía una personalidad distinta: algunas eran amigables y simpáticas, mientras que otras eran más difíciles de entender. La letra —"b" siempre parecía estar burlándose de ella, moviéndose constantemente como si quisiera escapar del papel. "Hola Ana", dijo la letra —"a" .
"¿No te parece extraño cómo todos nos mezclamos aquí adentro?""Sí", respondió Ana sorprendida. "Nunca pensé en eso antes". "Bueno," continuó la letra —"e" , "no es fácil mantener todo organizado cuando hay tantas letras diferentes aquí dentro".
Ana observó con asombro cómo las letras trabajaban juntas para formar palabras completas. A veces luchaban entre sí, pero al final siempre encontraban una manera de cooperar. "Es increíble cómo todas ustedes pueden trabajar juntas así," exclamó Ana. "Así es," dijo la letra —"d" .
"Pero también te das cuenta que esto puede ser difícil para ti ¿verdad?"Ana asintió con tristeza, sabiendo que su dislexia dificultaba la lectura y escritura. "No te preocupes," dijo la letra —"i" .
"Todos aquí dentro estamos dispuestos a ayudarte". Las letras comenzaron a moverse en un patrón ordenado y Ana se dio cuenta de que podía leerlas más fácilmente ahora.
Las palabras empezaron a formarse ante sus ojos y Ana se sintió emocionada al darse cuenta de que era capaz de leer sin problemas. Cuando salió del viaje inmersivo, Ana estaba decidida a trabajar duro para mejorar sus habilidades de lectura. Se dio cuenta de que todos aprenden de manera diferente y eso está bien.
Ella encontró un método que funcionaba para ella y trabajó diligentemente hasta convertirse en una lectora apasionada. Un día, mientras estaba leyendo en el parque, uno de los niños del vecindario se acercó y preguntó qué estaba haciendo.
"Estoy leyendo este libro", respondió Ana sonriendo. "Es muy interesante". "¿Puedo verlo?" preguntó el niño curioso. Ana le pasó el libro y observó cómo el niño examinaba las páginas con asombro. "¡Guau!" exclamó finalmente. "Eres muy buena leyendo".
Ana sonrió felizmente, sabiendo que había superado su dislexia gracias a su esfuerzo constante. Ahora podía disfrutar plenamente del mundo mágico de los libros gracias al viaje inmersivo en su propia mente y la ayuda amistosa de las letras.
FIN.