El viaje de Arenaio y los colores del mar


Había una vez en la playa de Mar del Plata un pequeño personaje de arena llamado Arenaio. Arenaio era muy curioso y le encantaba explorar el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras caminaba por la orilla del mar, vio a lo lejos un barco de colores brillantes. Intrigado, Arenaio decidió acercarse al barco y tocarlo con su mano.

¡Para su sorpresa, su color empezó a cambiar! De ser un tono beige, ahora tenía destellos azules y verdes. Fascinado por este descubrimiento, Arenaio decidió seguir tocando diferentes objetos de colores para ver qué pasaba.

Al tocar una sombrilla roja, se volvió rosada; al tocar una pelota amarilla, se volvió dorada; al tocar una almeja plateada, brillaba como las estrellas en la noche. Arenaio se divertía muchísimo experimentando con los colores y formas que iba adquiriendo. Un día soleado, Arenaio decidió acercarse al mar para probar qué pasaría si lo tocaba.

Con timidez extendió su mano hacia el agua salada... ¡y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en agua! Ahora no podía moverse ni hablar como solía hacerlo cuando era arena.

"¡Ayuda! ¡No quiero ser agua para siempre!", pensaba desesperadamente mientras veía a los niños jugar en la playa sin poder unirse a ellos. Durante el día, el sol calentaba el agua donde se había convertido Arenaio y lentamente comenzaba a evaporarse.

Pero cada noche, cuando el sol se ocultaba en el horizonte, Arenaio recuperaba su forma original de arena y podía volver a moverse libremente por la playa.

"¿Qué voy a hacer? No puedo quedarme así para siempre", reflexionaba tristemente todas las tardes antes de volver a convertirse en agua. Decidido a encontrar una solución para su problema, Arenaio buscó ayuda entre sus amigos: las gaviotas que surcaban los cielos y los cangrejos que jugueteaban en la orilla. Todos juntos idearon un plan para ayudarlo.

Una noche oscura y estrellada, todos los amigos de Arenaio se reunieron frente al mar. Las gaviotas trajeron consigo algas multicolores que habían encontrado cerca del arrecife coralino y los cangrejos llevaron piedras preciosas brillantes desde lo más profundo del océano.

Con mucho cuidado y siguiendo las indicaciones de sus amigos, Arenaio tocó primero las algas multicolores y luego las piedras preciosas brillantes.

Al instante sintió cómo su cuerpo cambiaba nuevamente: esta vez adquirió tonos iridiscentes que reflejaban todos los colores del arcoíris. Emocionado por haber encontrado una solución gracias a la ayuda desinteresada de sus amigos, Arenaio dio las gracias conmovido:"¡Gracias infinitas por ayudarme a recuperar mi forma original! Nunca olvidaré lo mucho que me han apoyado".

Desde ese día en adelante, cada vez que el sol salía por la mañana sobre la playa de Mar del Plata e intentaba evaporarlo nuevamente; Arenaio brillaba con intensidad gracias a los colores mágicos que había adquirido aquella noche especial junto a sus amigos.

Y así fue como nuestro amigo Arenario aprendió una valiosa lección: nunca debemos derrumbarnos ante los obstáculos ya que siempre hay alguien dispuesto a tender una mano amiga para ayudarnos a superarlos.

Y es así cómo juntos logramos cosas increíbles.

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