El Viaje de Aymara



En un pequeño pueblo andino, donde las montañas se alzan majestuosamente, vivía Aymara, una joven con sueños de libertad. Desde pequeña, había escuchado historias de su padre, quien vivía a diez kilómetros de distancia, en un lugar donde el sol brillaba y la música llenaba el aire. Todos los días, ella miraba hacia la montaña, esperando el momento en que pudiera encontrarlo y escapar de la esclavitud en la que había vivido por tanto tiempo.

Una mañana, llena de determinación, Aymara decidió iniciar su viaje. Se despidió de su hogar con una nota que decía: "No permitiré que el miedo me controle. Buscaré a mi padre y seré libre". Con su pequeña mochila y su corazón lleno de esperanza, inició la travesía.

A medida que Aymara avanzaba, las colinas comenzaron a tornarse encantadas. Un zorro de pelaje brillante se cruzó en su camino. Era un zorro mágico, conocido por su astucia y sabiduría.

"¿A dónde vas, joven valiente?" - preguntó el zorro, moviendo su cola de manera juguetona.

"Voy a encontrar a mi padre, necesito escapar de este lugar" - respondió Aymara, con valentía en su voz.

"Debes tener cuidado, la montaña está llena de desafíos. Pero si me ayudas a resolver un acertijo, te daré una pista sobre el camino correcto" - dijo el zorro, curioso.

Aymara asumió el reto. El zorro le planteó un acertijo difícil sobre los secretos de la montaña. Tras pensarlo un momento, Aymara lo resolvió con ingenio.

"¡Correcto!" - exclamó el zorro, quien le indicó el sendero que la llevaría hacia su destino. "Recuerda, la verdad y la inteligencia son tus mayores aliados".

Siguiendo la dirección del zorro, Aymara continuó su viaje. Sin embargo, pronto se encontró con una vicuña desorientada. La vicuña estaba atrapada en una red mágica.

"¡Ayuda! No puedo salir de aquí!" - lloró la vicuña con ojos tristes.

"¡No te preocupes! Voy a liberarte" - dijo Aymara, usando un cuchillo que había encontrado en el camino. Después de unos minutos de esfuerzo, logró liberar a la vicuña.

"Gracias, pequeña! Eres muy valiente. Te debo una" - dijo la vicuña, moviendo su cola alegremente.

Aymara, emocionada, le contestó:

"Solo espero que me ayudes a encontrar a mi padre".

La vicuña, emocionada por poder ayudar a su salvadora, la guió a través de un camino rodeado de hermosas flores y árboles. Pero en el camino, encontraron una gran neblina. Era un lugar donde los sueños parecían confundirse con la realidad. Aymara y la vicuña se miraron nerviosas.

"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Aymara, sintiendo que se estaba perdiendo.

"Debemos confiar en nuestras instintivas. Piensa en tu padre y en lo que él representaba para ti. Esa es la única forma de salir de aquí" - sugirió la vicuña con sabiduría.

Recordando a su padre y su amor, Aymara cerró los ojos y comenzó a soñar despierta. El brillo de su corazón la guió a través de la neblina, hasta que finalmente encontraron el camino.

Cuando la neblina se disipó, Aymara y la vicuña se encontraron en el pie de una gran montaña. A lo lejos, pudieron ver una figura familiar, era su padre, trabajando en su granja.

"¡Papá!" - gritó Aymara, corriendo hacia él.

El padre se giró rápidamente, y al ver a su hija corriendo hacia él, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

"Aymara, hija mía, ¡pensé que nunca volverías!" - dijo el padre, abriendo los brazos con amor.

Aymara, entre risas y lágrimas, se abrazó a su padre.

"He enfrentado obstáculos, pero encontré amigos en el camino que me ayudaron. Nunca dejé de creer en nuestra reunión".

La vicuña, que había seguido a Aymara, se unió a su abrazo.

"Siempre recuerda, valiente Aymara, la amistad y la inteligencia te han guiado a tu destino".

Desde aquel día, Aymara y su padre vivieron juntos en libertad, agradeciendo a los amigos que habían encontrado en su camino y recordando siempre que la valentía y la amistad pueden superar cualquier obstáculo.

FIN.

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