El viaje de Caperucita


Había una vez una linda niña llamada Caperucita, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque. Un día, su mamá decidió llevarla a visitar a la abuelita, quien vivía al otro lado del bosque.

Caperucita y su mamá se pusieron sus capas rojas y emprendieron el camino hacia la casa de la abuela.

Mientras caminaban por el bosque, se encontraron con el cazador, un hombre valiente y amable que siempre cuidaba de los animales del lugar. "¡Hola!" -saludó Caperucita con alegría. "¡Hola!" -respondió el cazador con una sonrisa-. ¿A dónde van tan felices?"Vamos a visitar a nuestra abuelita" -contestó Caperucita. "Qué bueno.

Yo también me dirijo hacia allí para ver cómo está todo en el bosque" -dijo el cazador. El cazador se ofreció a acompañarlas hasta la casa de la abuela, ya que conocía muy bien el camino.

Durante el trayecto, Caperucita notó que su mamá estaba cada vez más atenta al cazador y parecía estar enamorada de él. Al llegar a la casa de la abuela, todos se sentaron alrededor de una mesa llena de ricos alimentos.

La abuela estaba encantada con las compañías y disfrutaba escuchando las historias del cazador sobre sus aventuras en el bosque. Pero Caperucita comenzó a sentirse triste porque veía que su mamá no le prestaba mucha atención. Ella quería pasar tiempo juntas como antes.

Entonces, decidió hablar con su mamá en privado. "Mamá, ¿puedo hablar contigo un momento?" -preguntó Caperucita. "Claro, mi amor. ¿Qué sucede?" -respondió su mamá preocupada. "Me siento triste porque parece que te has olvidado de mí.

Antes solíamos hacer muchas cosas juntas y ahora solo prestas atención al cazador" -explicó Caperucita con lágrimas en los ojos.

La mamá de Caperucita se sorprendió al escuchar las palabras de su hija y se dio cuenta de que había estado descuidando a su pequeña por estar tan distraída con el cazador. "Oh, cariño, lamento mucho haberte hecho sentir así. No me había dado cuenta de lo importante que eres para mí" -dijo la mamá abrazando a Caperucita-.

"Prometo prestar más atención a nuestras actividades juntas". Caperucita sonrió y abrazó a su mamá felizmente. Juntas decidieron planificar una tarde especial para pasear por el bosque y recolectar flores silvestres.

Al día siguiente, mientras caminaban por el bosque reagarrando flores, encontraron un hermoso nido abandonado. Decidieron llevarlo a casa y cuidarlo hasta que los pajaritos estuvieran listos para volar nuevamente. Con cada actividad compartida, la relación entre Caperucita y su mamá se fortalecía cada vez más.

La niña aprendió la importancia de expresar sus sentimientos y la importancia del tiempo en familia. El cazador también comprendió que no podía interferir en esa relación tan especial.

A pesar de los sentimientos que tenía hacia la mamá de Caperucita, decidió alejarse para permitirles disfrutar su tiempo juntas. Y así, Caperucita y su mamá siguieron viviendo aventuras en el bosque, creando recuerdos inolvidables y manteniendo siempre viva la magia del amor familiar. Fin.

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