El Viaje de Colibrí



En un bosque lleno de colores, vivía Colibrí, un pequeño pájaro de plumas relucientes que a menudo se sentía diferente. Mientras todos los demás animales jugaban, Colibrí observaba y suspiraba.

"¿Por qué no soy como ellos?" - pensaba en silencio.

Un día, decidió que era hora de averiguarlo. Con el corazón latiendo con fuerza y sus alas listas para volar, se despidió de sus amigos.

"Voy a buscar mi verdadera identidad" - les dijo a los demás.

"¿A dónde vas, Colibrí?" - preguntó la sabia Tortuga.

"Voy a buscar quién soy realmente," - respondió con determinación.

Colibrí decidió volar hacia el Valle de las Identidades, un lugar mágico donde, según contaban las leyendas, cada animal podía descubrir su esencia. Al salir del bosque, se encontró con un hermoso paisaje.

En el camino, Colibrí se topó con un grupo de mariposas.

"Hola, pequeñas. ¿Podrían ayudarme? Estoy buscando quién soy yo."

Las mariposas lo miraron y dijeron:

"Todos los días cambiamos nuestras alas, pero siempre somos nosotras mismas. ¡Quizás debas explorar diferentes caminos y ver lo que resuena contigo!"

Colibrí agradeció a las mariposas y continuó su viaje. Más adelante, se encontró con una familia de ciervos.

"Hola, Colibrí. ¿Por qué tienes ese aire de inquietud?" preguntó el ciervo más anciano.

"Siento que no encajo en este bosque. Busco saber quién soy realmente" - respondió Colibrí.

"Lo que importa no es encajar. Lo hermoso es ser auténtico, como cada uno de nosotros" - le aconsejó el ciervo.

Colibrí sintió que su corazón se llenaba de luz. Sin embargo, aún se sentía perdido. Siguió volando hasta llegar a un lago cristalino. En el silencio, observó su reflejo en el agua.

"¿Soy solo un pájaro? ¿O hay algo más?" - se preguntó.

A punto de rendirse, un pez que nadaba cerca escuchó su duda.

"Hola, pequeño. Te veo preocupado. La belleza está en ser sincero contigo mismo, no en cómo te ven los demás" - le dijo el pez.

Colibrí sonrió, sintiendo un poco más de confianza en lo que era. Decidió seguir explorando. En su camino, llegó a un claro lleno de flores. Al descender, fue recibido por una ardilla amistosa.

"¡Hola! Me encantan tus brillantes colores. ¿Te gustaría jugar?"

"¡Sí! Pero antes, necesito saber quién soy."

"A veces, dejarse llevar por el juego revela quién eres en realidad" - le respondió la ardilla.

Colibrí decidió unirse al juego. Jugaron al escondite y a las carreras, y mientras se divertía, comenzó a sentir una conexión con los demás.

Esa noche, bajo el cielo estrellado, Colibrí se sintió más feliz que nunca.

"Quizá no necesite encontrar una respuesta en una búsqueda lejana, sino disfrutar ser quien soy, aquí y ahora" - se dijo.

Al día siguiente, decidido a regresar a su hogar, voló de vuelta al bosque. Al llegar, sus amigos lo esperaban.

"Colibrí, ¡te extrañamos!" - gritaron al unísono.

"Yo también los extrañé. Miren, he aprendido que ser diferente es lo que me hace especial. ¡Soy un colibrí y eso es hermoso!" - dijo emocionado.

Desde ese día, Colibrí ya no se sintió diferente. Comprendió que la verdadera aventura fue aprender a aceptarse tal como era y que el bosque, con sus colores y sonidos, era su hogar.

Y así, Colibrí siguió volando por el bosque, llevando alegría y colores a todos los que conocía, dejando una estela de felicidad a su paso.

FIN.

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