El Viaje de Colibrí
Había una vez, en un bosque lleno de colores y melodías, un pequeño colibrí llamado Colibrí. Sus plumas brillaban con destellos de verde esmeralda, azul celeste y amarillo oro. A pesar de ser un hermoso pájaro, Colibrí no se sentía como los demás animales del bosque. A menudo escuchaba a sus amigos hablando sobre los grandes viajes que habían realizado y las aventuras emocionantes que habían tenido. Sin embargo, Colibrí no estaba contento. "¿Por qué soy tan diferente?"- se preguntaba una y otra vez.
Un día, Colibrí decidió que ya era hora de encontrar su verdadera identidad. Con un suave batir de alas, dejó su hogar en el bosque. "Voy a descubrir quién soy realmente"- se murmuró a sí mismo mientras volaba hacia el horizonte.
A medida que avanzaba, se encontró con un arroyo donde conoció a una tortuga muy sabia llamada Tula. "Hola, pequeño pájaro. ¿A dónde vas con tanto apuro?"- preguntó Tula. "Estoy buscando mi identidad. Me siento diferente y no sé por qué"- respondió Colibrí.
"A veces, lo que sentimos puede ser una guía para conocernos mejor. ¿Qué te gusta hacer?"- insistió Tula.
"Me encanta volar rápido y explorar el mundo"- dijo Colibrí, emocionado. "Tal vez deberías hacerlo. El vuelo puede ser tu mejor camino para hallarte"- aconsejó la tortuga. "Pero, ¿y si no soy lo suficientemente bueno en eso?"- cuestionó el avesito.
"¡El valor está en intentarlo! Así descubrirás algo nuevo"- animó Tula.
Con la sabiduría de Tula resonando en su corazón, Colibrí continuó su viaje. Voló alto y descubrió un extenso campo de flores. Allí, conoció a una mariposa llamada Lila, quien estaba a punto de iniciar un hermoso baile en el aire.
"¡Hola, Colibrí! ¿Te gustaría unirte a mí?"- preguntó Lila. "Me encantaría, pero... ¿y si no sé bailar como vos?"- dudó Colibrí.
"No necesitas ser igual a mí. Cada uno baila a su manera. Dejá que tu corazón se guíe"- contestó Lila con una sonrisa.
Siguiendo el consejo de Lila, Colibrí dejó que el ritmo de su propio corazón lo guiara. Para su sorpresa, pronto empezó a hacer piruetas en el aire, mostrando su mejor estilo. "¡Mirá! Estoy bailando"- exclamó, riendo. Lila sonrió y bailó junto a él, disfrutando de su compañía.
Sin embargo, mientras Colibrí seguía volando, se encontró con un río caudaloso que le bloqueaba el paso. Miró alrededor y vio a un grupo de patos cruzando al otro lado. "¡Necesito cruzar, pero no sé nadar!"- lamentó. Uno de los patos, llamado Pato, se acercó y dijo: "Todos tenemos nuestro propio ritmo, Colibrí. Pero podés usar tus alas para ayudarnos a guiarlos. ¡Ven!"-
Colibrí dudó, pero decidió intentarlo. Voló sobre los patos, dirigiéndolos mientras cruzaban con gracia. "¡Lo logré, lo logré!"- gritó con alegría. Al llegar al otro lado, los patos aplaudieron y lo felicitaron. Colibrí se sintió más confiado que nunca.
Con cada nuevo encuentro, Colibrí aprendió a apreciarse como era, entendiendo que ser diferente era una fortaleza. Finalmente, llegó a la cima de una montaña donde conoció a un viejo águila llamada Águila Sabia. "He viajado por mucho tiempo, buscando respuestas, pero aún no estoy seguro de quién soy"- confesó Colibrí.
"¿Te has dado cuenta de que cada encuentro en tu viaje ha sido parte de tu descubrimiento?"- preguntó Águila Sabia. "Cada experiencia te ha mostrado algo nuevo sobre ti mismo"- continuó. "No hay una sola forma de ser. Lo importante es ser auténtico y seguir tu propio camino"-.
Colibrí sintió una paz interior que nunca había experimentado antes. Comprendió que no tenía que encajar en un molde; ser diferente era lo que lo hacía único. Con gratitud, regresó a su colorido bosque.
Al volver, Colibrí se sintió como en casa. "¡He regresado!"- exclamó emocionado. Todos los animales se reunieron a su alrededor, felices de verlo. "¿Dónde estuviste, Colibrí?"- preguntó su amigo el zorro.
"Fui a descubrir quién soy. Aprendí que ser diferente es mi mayor tesoro"- respondió con una sonrisa.
Desde ese día, Colibrí compartió sus experiencias con los demás, inspirándolos a abrazar sus diferencias y explorar el mundo con un corazón abierto. Y así, el pequeño colibrí vivió felizmente, disfrutando de su viaje continuo, siempre recordando que lo hermoso de la vida es ser auténtico.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.