El Viaje de Cuba al Cielo



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un perro llamado Cuba. Cuba era un perro fuerte y juguetón, con un gran corazón. Vivía con su dueña, una niña amable llamada Sofía, a quien amaba con todo su ser. Juntos pasaban horas jugando en el parque, corriendo bajo el sol y disfrutando del aire fresco.

Un día, mientras Sofía estaba en el colegio, Cuba decidió salir a pasear por el vecindario. Disfrutaba del olor de las flores, el canto de los pájaros y el murmullo del viento. Sin embargo, a Cuba le dio la sensación de que algo faltaba. Se sentía un poco solo.

- “¡Hoy extraño a Sofía! ”, pensó Cuba, mientras movía su cola y miraba hacia la casa de su dueña.

Mientras caminaba, vio un grupo de perros en el parque, todos jugando juntos y divirtiéndose.

- “Hola, perros. ¿Quieren jugar? ”, preguntó Cuba. Pero los otros perros estaban demasiado ocupados corriendo en círculos.

Cuba decidió unirse a ellos, pero mientras corría, recordó lo mucho que le encantaba compartir sus momentos con Sofía. Ya no se sentía tan feliz entre extraños.

Fue entonces cuando miró al cielo, que era de un azul radiante, y un pensamiento le iluminó la mente: “Tal vez, si supero mi tristeza, podría encontrar a Sofía en un lugar divertido y especial”. Con esa idea en mente, comenzó a buscar una manera de llegar al cielo.

Cuba corrió hacia un pequeño campo donde había un árbol con ramas largas.

- “Si me subo a ese árbol, tal vez podría tocar el cielo”, pensó, y corrió hacia él.

Con mucho esfuerzo, consiguió treparse, saltando de una rama a otra. Finalmente, se encontró en la parte más alta, mirando hacia el horizonte.

- “¡Wow! ”, gritó emocionado, “¡esto es maravilloso! ”

Pero al mirar hacia abajo, se sintió mareado.

- “¿Y si me caigo? ”, murmuró preocupado.

Entonces empezó a recordar a Sofía.

- “Ella siempre me dice que nunca debo tener miedo de intentar cosas nuevas, pero tampoco debo olvidarme de mis seres queridos”, reflexionó.

Así que decidió bajar del árbol, sabiendo que ella lo esperaría. Cuando llegó al suelo, ¡se dio cuenta de algo increíble! Una nube estaba pasando sobre su cabeza, y parecía que estaba sonriendo.

- “Hola, pequeño perro. ¿Buscás el cielo? ”, preguntó la nube con una voz suave.

Cuba se quedó sorprendido.

- “¡Sí! Pero no estoy seguro de cómo llegar”, contestó.

- “El cielo no es un lugar al que se llega corriendo o subiendo árboles. El cielo está en los momentos felices que compartís con tus seres queridos”, le dijo la nube.

Cuba, comprendiendo el mensaje, entendió que no necesitaba ir al cielo en busca de felicidad; podía encontrarla justo al lado de Sofía, haciendo lo que más amaban juntos.

Decidió volver corriendo a casa.

Al llegar, vio a Sofía jugando en el jardín.

- “¡Sofía! ¡Sofía! ”, ladró emocionado, moviendo su cola con fuerza.

Sofía, al verlo, sonrió y corrió hacia él.

- “Cuba, te extrañé tanto. ¡Te amo! ”, exclamó mientras lo abrazaba.

Cuba, lleno de alegría, comprendió que el verdadero cielo era el tiempo compartido con Sofía. Nunca más volvería a sentirse solo, porque, juntos, siempre podrían crear momentos felices en cada rincón de su vida.

Desde aquel día, Cuba y Sofía tenían claro que la verdadera felicidad se encuentra en el amor y las experiencias compartidas. Y así, Cuba sonreía al mirar al cielo, recordando que su lugar favorito era estar junto a su dueña en cada aventura que vivían juntos.

FIN.

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