El viaje de Diego


Diego vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos. Todos los días, solía jugar con sus amigos en la plaza principal del pueblo, pero últimamente se sentía triste y solo.

Su mamá había tenido que ir a la ciudad a trabajar para poder enviarle dinero y así ayudar en casa. Una mañana, Diego se despertó decidido. Había tomado una decisión: iría a la ciudad a buscar a su mamá.

Sin pensarlo dos veces, preparó una mochila con algunas cosas esenciales y emprendió su viaje. El camino hacia la ciudad era largo y lleno de desafíos para un niño como Diego. Pero él estaba determinado a encontrar a su madre.

Durante el trayecto, se encontró con animales salvajes, cruzó ríos caudalosos y escaló montañas imponentes. A pesar del miedo y las dificultades, nunca perdió la esperanza. Después de varios días de viaje, finalmente llegó a la bulliciosa ciudad.

Todo le resultaba extraño: los edificios altos, el tráfico constante y la gente apurada que no parecía tener tiempo para detenerse un momento.

Diego se sentía abrumado por todo lo que veía a su alrededor, pero recordaba el rostro amoroso de su mamá y eso le daba fuerzas para seguir adelante. Decidió preguntar a las personas si conocían a su mamá o sabían dónde trabajaba.

"Disculpe señora, ¿ha visto usted a mi mamá? Se llama Ana y trabaja en una fábrica de ropa", preguntaba Diego con timidez. La señora lo miró con ternura y le indicó cómo llegar hasta la fábrica donde trabajaba su madre. Diego corrió emocionado hacia allí, sorteando autos y peatones sin perder el rumbo.

Al llegar a la fábrica, vio salir a muchas mujeres cansadas después de una larga jornada laboral.

Buscó entre ellas el rostro familiar de su mamá hasta que finalmente la encontró: Ana estaba allí, agotada pero radiante al ver a su hijo frente a ella. Las lágrimas brotaron de los ojos de ambos al reencontrarse después de tanto tiempo separados. "¡Mamá!", exclamó Diego mientras corría hacia ella para abrazarla con fuerza.

Ana lo abrazó con ternura y le explicó que había tenido que irse para poder enviarle dinero y asegurarse de que tuvieran todo lo necesario en casa. "Lo siento mucho por haberte dejado solo", dijo entre sollozos. Diego secó las lágrimas de su madre con sus manitos.

"No importa mamá, sé que lo hiciste por nosotros. Lo importante es estar juntos nuevamente", respondió con una sonrisa sincera en el rostro.

Desde ese día, Diego comprendió el sacrificio que había hecho su madre por ellos y aprendió el valor del amor incondicional. Juntos regresaron al pueblo, donde fueron recibidos con alegría por todos los vecinos. Diego ya no se sentía triste ni solo porque sabía que tenía el amor inquebrantable de su madre junto a él cada día.

- Y juntos compartieron momentos felices recordando las aventuras vividas durante ese viaje inolvidable en busca del amor perdido..

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