El Viaje de Don José
Había una vez un hombre mayor llamado Don José que vivía solo en una linda casita en un barrio tranquilo. Le encantaba pasear por el parque, cuidar de sus plantas y compartir historias con sus amigos en el club del barrio.
Un día, mientras regaba sus macetas, Don José se paró, miró la flor más hermosa que había cultivado y pensó: "¿Cómo se llamaba esta flor?".
"¡Qué raro!" - dijo Don José en voz alta.
Con un suspiro, decidió seguir adelante con su día. Sin embargo, a medida que pasaban los días, se dio cuenta de que olvidaba más cosas.
"Olvidé comprar pan. ¿Acaso no fui ayer?" - se preguntó mientras miraba la despensa vacía.
Don José se sentía un poco triste, pero intentaba no pensar mucho en ello. Un día, al ir al club, se encontró con su amiga Doña Clara.
"Hola, Don José. ¿Quieres contarme sobre el viaje a la montaña?"
"Claro... ¿cuándo fue... eh... nuestro viaje?" - dijo, confundido.
Doña Clara miró a Don José con preocupación.
"Fue hace un par de semanas, querido. ¡Nos divertimos muchísimo!"
"¡Ah sí! Claro, claro..."
A pesar de la confusión, Don José se esforzaba por recordar. En el camino de vuelta a casa, encontró a un niño pequeño que se había perdido.
"Hola, pequeño. ¿Te perdiste de tu mamá?"
"Sí, no sé dónde está..." - lloraba el niño.
"No te preocupes. Vamos a buscarla juntos." - dijo Don José, dejando de lado su tristeza y sintiendo que aún podía ayudar. Juntos caminaron por el parque, haciéndole preguntas al niño para orientarse.
Finalmente, encontraron a la madre del niño en una de las bancas del parque, asustada. Don José sintió un gran alivio al ver la sonrisa de ambos.
"¡Gracias, señor!" - dijo el niño con admiración.
"Nunca dejes de buscar, siempre hay soluciones, pequeño." - respondió Don José, sintiendo que había hecho algo bueno.
Sin embargo, los días continuaron y la confusión de Don José aumentaba. Un día, salió a comprar y se perdió.
"Creo que tengo que dar vuelta a la derecha... o a la izquierda..." - murmuraba mientras caminaba por una calle que no reconocía.
Al rato, un amable vecino, don Carlos, lo reconoció y le preguntó:
"¿Don José, está todo bien?"
"Oh, me parece que me perdí un poco, Carlos."
Con mucha paciencia, don Carlos llevó a Don José de regreso a su casa. Tras esa experiencia, Don José sintió que debía buscar ayuda. Habló con Doña Clara y le contó sus preocupaciones.
"¿Sabés, Clara? Tengo ratos en los que no recuerdo ciertas cosas. Me estoy sintiendo un poco... extraño. "
Doña Clara, con ternura, le dijo:
"No estás solo, José. Todos necesitamos un poco de apoyo a veces. Hablemos con el doctor y veamos cómo podemos ayudarte."
Don José se sintió más aliviado al saber que podía contar con sus amigos. Juntos, visitaron al médico, quien les explicó que a veces las personas mayores pueden tener dificultades con la memoria, pero hay formas de mantenerse activos y ayudar a la mente.
"Podés jugar juegos de memoria, leer o salir a caminar con amigos. Todo suma para mantener tu mente activa, José." - dijo el médico sonriendo.
Don José tomó en serio la recomendación.
"¡Voy a jugar juegos de mesa con vosotros y leer libros más seguido!" - exclamó con entusiasmo.
Desde entonces, Don José organizó juegos de memoria en casa y descubrió joyas literarias.
"¡Vamos Doña Clara, a resolver este acertijo juntos!", decía.
Poco a poco, Don José aprendió a vivir con sus olvidos, dejando que sus amigos lo ayudaran. No se trataba de sentirse avergonzado, sino de disfrutar del viaje que cada día le traía.
Con cada día que pasaba, Don José se dio cuenta de que lo importante no era cuánto recordaba, sino que tenía el amor y el apoyo de sus amigos. Y así, su confusión se transformó en un hermoso viaje de amistad y risas, lleno de nuevas aventuras.
"Recordar o no recordar, lo importante es vivir con alegría!" - solía decir al final de cada día.
Y así, Don José seguía viviendo en su querida casita, rodeado de amigos, risas y muchas flores hermosas.
FIN.