El Viaje de Don Sebastián



Había una vez un hombre llamado Don Sebastián, que vivía en un colorido pueblito en España. Pero lo curioso era que Don Sebastián no era español; era un argentino que había decidido mudarse a este hermoso país para aprender su cultura y mejorar su acento español.

Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, decidió que necesitaba algunos consejos para integrarse mejor con los españoles. Así que se acercó a su amigo Manolo, un verdadero español con un sentido del humor muy peculiar.

"¡Che, Manolo! Necesito que me des algunos tips para ser un buen español, ¡y que no se rían de mí!"

Manolo, que estaba sentado en un banco comiendo una tapa de jamón, miró a Don Sebastián y se echó a reír.

"¡Ay, Don Sebastián! ¡Vamos a divertirnos! Primero, tienes que aprender a hablar como un español de verdad. ¡Olvídate del vos y aprende el tú!"

"Pero, Manolo, en Argentina decimos 'vos'."

"¡Esa es la cuestión! Aquí lo que importa es que digas 'tú' como si fueras un cantante de flamenco. Practica: '¡Ay, tú!'."

Don Sebastián cerró los ojos y exclamó dramaticamente:

"¡Ay, tú!"

Manolo se rió tanto que hizo que se le cayera la tapa de jamón.

"¡Estás listo para un escenario! Pero no te olvides de que aquí, cada vez que alguien te diga algo, debes contestar con una historia larga y graciosa. ¡Es como un juego!"

"Dame un ejemplo, Manolo."

"A ver, si alguien te pregunta si te gusta el gazpacho, no solo digas que sí. Cuenta cómo una vez te olvidaste la receta en casa y cómo tu abuela, después de un intento fallido, terminó haciendo una sopa de fideos, ¡y se armó una fiesta!"

"Genial, creo que ya estoy aprendiendo."

Después de unas semanas de entrenamiento intensivo con Manolo, Don Sebastián se sentía casi como un español auténtico. Pero un día decidió ir a una gran fiesta en la ciudad. Emocionado, llegó y se encontró con muchos españoles.

Comenzó a charlar con un grupo y, cuando alguien le preguntó sobre su trabajo, le contó la historia de la sopa de fideos, los fideos se convirtió en una competencia de risas, ¡como un circo! Todos reían y aplaudían.

"¡Eres un genio del cuento!" le dijo una mujer.

"Gracias, es que tengo un maestro muy divertido."

Pero entre tanta diversión, un poco de compasión fue necesaria. Se percató que uno de sus nuevos amigos, un español llamado Paco, estaba un poco triste porque había perdido su perro.

"¿Paco, qué pasa?" preguntó Don Sebastián.

"Perdí a Rocco. No sé dónde buscarlo..."

Don Sebastián, recordando lo importante de las historias, se puso en acción.

"¡Vamos a hacer un cartel! Y si nos reímos mientras buscamos, Rocco puede aparecer. ¡Los perros tienen un gran sentido del humor!"

Así que, con cartulinas, lápices de colores y muchas risas, hicieron un cartel gigante que decía: "¡Buscamos a Rocco, el perro más gracioso de España!"

Salieron a caminar por el pueblo con el cartel, haciendo conteos para ahogar su pena con risas cada vez que alguien quería ayudar. Finalmente, después de horas de búsqueda, escucharon un ladrido familiar.

"¡Ahí está!" gritó Paco, corriendo hacia Rocco que estaba jugando con un grupo de niños.

Don Sebastián y Paco se abrazaron, y el pueblo festejó encontrando al perro.

"Ves, Don Sebastián, no necesitabas ser español para ser parte de esto," le dijo Paco.

"Pero, sí me alegra haber aprendido a reírme de la vida. ¡Porque al final, todos somos un poco payasos en este escenario!"

Y así, Don Sebastián dejó de preocuparse por ser un buen español y empezó a disfrutar simplemente de ser él mismo, con sus historias, su risa y su gran amistad con todos.

Desde entonces, en cada fiesta, Don Sebastián era el centro de las risas y, gracias a sus ocurrencias, todos aprendieron que ser diferentes es lo que realmente nos hace especiales.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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