El viaje de Edgar
Edgar era un niño curioso y valiente, siempre dispuesto a ayudar a su familia. Un día, sus padres le encargaron comprar repuestos para el auto de su padre, mientras ellos iban al mercado. Edgar aceptó el desafío y se puso en marcha, contento de poder ayudar.
Mientras caminaba hacia la tienda de repuestos, Edgar se encontró con vecinos y amigos que le saludaban alegremente. Él les sonreía y les contaba sobre su misión. Todos se sentían orgullosos de él. Finalmente, llegó a la tienda, donde fue atendido amablemente por el dueño. Después de elegir los repuestos, los pagó con el dinero que sus padres le habían dado y se dispuso a regresar a casa.
Sin embargo, en el camino de vuelta, Edgar notó que algo no estaba bien. Vio luces de colores y escuchó sirenas. Al acercarse, descubrió que había ocurrido un accidente, ¡y era el auto de sus padres! Con el corazón desbordante de temor, corrió hacia el lugar del percance. Los ojos se le llenaron de lágrimas al descubrir que sus padres habían perdido la vida.
Durante días, Edgar se sintió triste, perdido y con mucho miedo. Pero recordaba las lecciones de valentía y resiliencia que sus padres le habían enseñado, y decidió ser fuerte. Decidió que no estaría solo, pues contaba con el apoyo de sus familiares, vecinos y amigos que lo querían y protegerían.
A medida que pasaban los días, Edgar encontró consuelo en el amor y el cuidado de quienes lo rodeaban. Aunque extrañaba a sus padres, lentamente comenzó a recuperar la alegría. Recordaba con cariño los buenos momentos vividos con ellos y se esforzaba por ser una persona que los haría sentir orgullosos desde el cielo.
Con el tiempo, Edgar aprendió a manejar sus emociones y a encontrar la fortaleza para seguir adelante. Continuó estudiando, jugando con sus amigos y ayudando a su familia en todo lo que podía. Descubrió su propio valor, su coraje y su capacidad para enfrentar los desafíos de la vida. Aunque el dolor nunca desaparecería por completo, Edgar aprendió a vivir con él, transformándolo en amor, amistad y solidaridad.
Y así, el niño que un día enfrentó la pérdida más dolorosa descubrió que, a pesar de la tristeza y el dolor, tenía el poder de encontrar la felicidad y el amor en su corazón. Nunca olvidaría a sus padres, pero sabía que ellos siempre estarían con él, cuidándolo desde el cielo. Edgar se convirtió en un ejemplo de valentía y esperanza, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la luz del amor podía iluminar el camino hacia un mañana mejor.
FIN.