El Viaje de Elkin
Elkin era un chico como cualquier otro. Tenía sueños de convertirse en un gran músico y pasaba horas tocando su guitarra en el parque después de la escuela. Todos en su colegio lo conocían por su buena vibra y su pasión por la música. Pero un día, mientras caminaba por los pasillos del colegio, su vida dio un giro inesperado.
-"¡Oye, Elkin!", le gritó su compañero Mauro, que siempre andaba en problemas. "Vení, mirá esto."
Elkin se acercó y vio a Mauro con un pequeño envoltorio en la mano.
-"Es concaína, la probé y es increíble. Te hace sentir genial", dijo Mauro con una sonrisa altanera.
El corazón de Elkin empezó a latir más rápido. Sabía que eso no era bueno, pero la curiosidad le ganó la batalla.
-"¿Y si me la hago una vez solo? No me va a pasar nada, ¿no?"
Mauro se encogió de hombros.
-"El problema no es probarla, Elkin. Está en cómo te hace sentir después. Nadie quiere dejarla".
A Elkin le costó mucho decidirse, pero lo que no sabía era que esta decisión podría cambiar su vida para siempre. Esa tarde, Elkin probó la droga. Al principio, todo parecía estar bien: se sentía lleno de energía y cada acorde que tocaba en su guitarra sonaba mejor. Pero pronto, los efectos fueron desapareciendo, y un vacío comenzó a instalarse en su interior.
Pasaron los días y Elkin se encontró atrapado en un ciclo peligroso. Sus amigos comenzaron a notarlo.
-"Elkin, ¿estás bien? No te he visto en clase de música desde hace semanas", le dijo su amiga Laura preocupada.
-"Sí, todo bien. Solo tengo muchas cosas en la cabeza", respondió Elkin, evitando mirar a Laura a los ojos.
Con el paso del tiempo, las cosas se complicaron. No podía concentrarse en sus estudios ni en su música. Sus notas comenzaron a bajar y su pasión por tocar la guitarra se desvanecía. Un día, mientras tocaba en el parque, un viejo músico, Don Pepe, se le acercó.
-"Deberías escuchar lo que hay en tu corazón, pibe", le dijo Don Pepe. "La música es un camino que te inspira, pero también te necesita a ti presente y entero".
Las palabras de Don Pepe resonaron en Elkin. Por primera vez, se sintió avergonzado de sus acciones. Empezó a darse cuenta de que había dejado de lado todo lo que amaba por algo que no valía la pena.
Un día, decidió regresar con sus amigos y contarles la verdad.
-"Chicos, tengo que hablarles", dijo Elkin con voz temblorosa. "Probé la concaína y no fue lo que pensé. Estoy pasando un mal momento y necesito ayuda."
Laura lo miró con preocupación, pero también con gratitud.
-"Me alegra que lo digas. Estamos aquí para apoyarte, amigo", dijo ella.
Elkin sintió que un peso se levantaba de sus hombros. Con el apoyo de sus amigos y su familia, comenzó a asistir a talleres de prevención y sabía que tenía que luchar para recuperar su pasión por la música.
Pero la verdadera batalla estaba en su interior. Un día, después de una semana muy dura, se sentó con su guitarra en su habitación y comenzó a tocar. Con cada acorde, se sentía más fuerte. La música lo rescató y pronto encontró una nueva inspiración.
Decidió organizar un recital en el parque para compartir su experiencia con otros chicos, para que no cayeran en el mismo error que él. Al final del recital, todos aplaudieron.
-"¿Qué tal si hacemos esto más seguido?", dijo Mauro, visiblemente cambiado por la historia de Elkin.
-"Sí, hagamos música juntos. Es mucho mejor que cualquier otra cosa", respondió Elkin con una gran sonrisa.
Elkin entendió que cada experiencia, buena o mala, tiene un propósito. Su camino no fue fácil, pero había aprendido que la música y el amor de sus amigos eran herramientas poderosas para sanar.
FIN.