El viaje de Erica por el mundo


Había una vez una chica llamada Erica, a la que le encantaba jugar en el bosque cerca de su casa. Un día, mientras exploraba un nuevo sendero, se dio cuenta de que estaba perdida.

No reconocía nada a su alrededor y no sabía cómo regresar a casa. - ¡Oh no! ¿Cómo pude perderme? -se lamentaba Erica mientras miraba a su alrededor con preocupación.

Decidió caminar en busca de ayuda, pero en lugar de encontrar el camino de regreso a casa, terminó dando vueltas por el mundo. Primero llegó a unas playas hermosas con mucho calor, donde las olas chocaban suavemente contra la arena dorada.

- ¡Qué calor hace aquí! Pero qué bonito es este lugar -exclamó Erica mientras sentía la brisa marina en su rostro. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que el sol era tan intenso que empezaba a sentirse agotada.

Decidió seguir explorando y finalmente llegó a lugares muy fríos, donde la nieve cubría todo lo que veía. - ¡Brrr! Hace tanto frío aquí. Creo que prefiero el calor de las playas -murmuró Erica mientras se abrazaba para darse un poco de calor.

A medida que continuaba su viaje por diferentes lugares del mundo, Erica fue aprendiendo muchas cosas nuevas. Conoció personas amables que le ofrecieron ayuda y descubrió paisajes increíbles que nunca había imaginado ver antes.

Poco a poco, Erica fue perdiendo el miedo a lo desconocido y aprendió a adaptarse a los cambios inesperados. Aprendió también la importancia de pedir ayuda cuando la necesitaba y de mantener la calma en situaciones difíciles. Finalmente, después de muchas aventuras y experiencias emocionantes, Erica encontró el camino de regreso a casa.

Al llegar allí, abrazó emocionada a sus padres y les contó todas las increíbles cosas que había vivido durante su travesía por el mundo.

- Nunca imaginé que perderme me llevaría a vivir tantas aventuras maravillosas -dijo Erica con una sonrisa llena de gratitud. Desde ese día, Erica supo que aunque perderse pueda ser asustador al principio, también puede ser una oportunidad para crecer, aprender y descubrir cosas nuevas sobre uno mismo y sobre el mundo que nos rodea.

Y así siguió disfrutando cada día como una nueva aventura llena de posibilidades infinitas.

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