El Viaje de Erika y Lucas
Érase una vez en un pequeño pueblo argentino, donde vivían dos hermanos: Erika y Lucas. Erika era una adolescente que amaba leer y soñar despierta, mientras que Lucas, su hermano menor, era un niño lleno de energía, siempre inventando nuevos juegos y aventuras.
Un día, mientras exploraban el ático de su casa, encontraron un viejo mapa que parecía llevar a un tesoro escondido. Lucas, al ver el mapa, se emocionó y exclamó: "¡Erika, tenemos que ir a buscarlo!"-
Erika, aunque un poco escéptica, no pudo resistir la emoción de Lucas y decidió acompañarlo: "¡Está bien, Lucas! Pero tenemos que planearlo bien. ¿Qué necesitamos?"-
Juntos, hicieron una lista de cosas: una mochila, agua, linternas y, por supuesto, la merienda. Al día siguiente, partieron en búsqueda del tesoro. El mapa los llevó a un bosque cercano, donde se encontraban viejos árboles llenos de misterio.
Mientras caminaban, Lucas se detuvo y dijo: "¡Mirá! Este árbol tiene una forma rara, parece un dragón!"-
Erika sonrió y le respondió: "Sí, y ese otro parece un castillo. ¿Te imaginas vivir ahí?"-
El día avanzaba y el mapa los llevó a un claro, donde encontraron un gran arroyo. Al mirar alrededor, Lucas mostró un lugar donde había un puente de madera. "¡Vamos a cruzarlo!"-
Pero el puente se veía un poco roto y Erika, más cautelosa, dijo: "Espera, Lucas. Necesitamos buscar otro camino. No quiero que te lastimes."-
Lucas, algo decepcionado, comprendió la preocupación de su hermana. "Tenés razón, podemos encontrar otra forma. Eres la mejor hermana del mundo".-
Después de dar una vuelta y buscar un lugar seguro, lograron cruzar y siguieron su camino. Pero mientras avanzaban, el cielo comenzó a nublarse, y unas gotas de lluvia comenzaron a caer.
"¡Vamos a refugiarnos bajo aquel árbol!"- gritó Lucas, corriendo hacia un árbol frondoso. Allí, mientras esperaban a que la lluvia cesara, comenzaron a contar historias. Erika le habló sobre un misterio de su libro favorito y Lucas, con su imaginación, completó la historia con criaturas fantásticas.
La lluvia cesó y al salir del refugio, se dieron cuenta de que el mapa había cambiado de forma, como si estuviera vivo. "¡Mirá, se ve diferente ahora!"- dijo Lucas con asombro.
"Parece que nos está guiando hacia otro lugar. Vamos, puede ser una nueva aventura"- respondió Erika, sintiendo su corazón lleno de emoción.
Siguiendo el nuevo camino, encontraron un lago brillante donde las flores flotaban como pequeñas lanchas. "¿Y si nadamos un rato?"- sugirió Lucas, entusiasmado.
"¡Solo un ratito!"- respondió Erika, feliz de compartir ese momento con su hermano. Juntos se zambulleron, riendo y chapoteando. Después de jugar en el agua, decidieron que era hora de retomar la búsqueda del tesoro.
Recorrieron un poco más y finalmente llegaron a una cueva. El corazón de Lucas latía rápido. "Esto es como una película, ¿no?"- dijo, mientras entraban.
Erika rió y dijo: "Sí, pero debemos estar alerta. Nunca se sabe qué puede haber dentro."- En la cueva encontraron algunas piedras brillantes y un viejo cofre cubierto de telarañas. Con esfuerzo, lograron abrirlo y dentro tenían … ¡un montón de juguetes antiguos!"¡Esto no es un tesoro!"- se quejó Lucas, desilusionado.
Erika, viendo la tristeza en los ojos de su hermano, le dijo: "Pero espera, Lucas. Estos juguetes pueden ser muy valiosos. Alguien los guardó con cariño, y quizás son de un niño que vivió aquí antes. Podemos llevárselos a las escuelas del pueblo para que otros niños puedan disfrutarlos. Eso sí que es un verdadero tesoro."-
Lucas, pensando en lo que podría significar para otros niños, sonrió: "Sí, ¡eso sería genial!"-
Con el cofre a cuestas, regresaron a casa. Aquella tarde, decidieron llevar los juguetes al centro comunitario, donde jugaron y compartieron risas con otros chicos.
Al regresar a casa, ambos estaban cansados pero felices. Erika miró a Lucas y dijo: "Hoy fue un gran día, ¿no?"-
"Sí, y lo mejor es que lo hicimos juntos"- respondió Lucas, dándole un abrazo.
Erika sonrió al sentir el calor del abrazo. Ella sabía que aunque crecieran y se volvieran adultos, siempre tendrían ese amor fraternal que los unía.
Así, Erika y Lucas aprendieron que no siempre lo material es lo que importa, sino el tiempo que comparten y las experiencias vividas juntos. Y así, más que nunca, se prometieron seguir compartiendo aventuras, sueños y tesoros en cada rincón del mundo que descubrían juntos.
FIN.