El Viaje de Esteban entre Estrellas



Había una vez, en una estación espacial brillando entre las estrellas, un valiente astronauta llamado Esteban. Esteban era muy curioso y siempre había soñado con explorar el universo. Un día, mientras estaba arreglando su cohete para una misión, una pequeña alarma empezó a sonar.

"¡Oh, no! ¿Qué pasó?" - dijo Esteban, mirando su panel de control con preocupación.

Sin darse cuenta, había apagado una de las señales que le indicaba que debía regresar a casa. Con la emoción de la aventura, decidió seguir adelante. Pronto, su cohete se aventuró por el cosmos.

"¡Mirá, un anillo de asteroides!" - exclamó, guiando su nave entre las enormes rocas que giraban en el vacío.

Esteban se sentía el astronauta más afortunado del universo, pero luego, al mirar por la ventana, se dio cuenta de que no sabía cómo regresar a la estación espacial.

"¡Oh no, esto no es bueno!" - se dijo, sintiendo un ligero nervio en su pancita.

A pesar de estar perdido, Esteban no se dio por vencido. Recordó lo que su papá le había enseñado sobre las constelaciones. Así que, con determinación, comenzó a observar las estrellas cuidadosamente.

Esteban notó algo inusual. Una estrella brillaba más que las demás, como si estuviera llamándolo.

"Tal vez esa estrella sepa el camino de vuelta" - pensó con esperanza.

Decidido a acercarse, aceleró su nave y, al llegar más cerca, descubrió un planeta lleno de colores vibrantes. Era un mundo mágico, lleno de extrañas criaturas y plantas que bailaban con el viento.

"¡Hola! Soy Esteban, un astronauta perdido" - saludó, al ver a una pequeña criatura con brillantes ojos azules.

"¡Hola, Esteban! Soy Lumbo, el guardián de este planeta. ¿Qué haces tan lejos de casa?" - respondió la criatura con una sonrisa.

"Me perdí mientras exploraba el universo. Estoy tratando de volver a mi estación espacial" - explicó Esteban.

"No te preocupes. Te ayudaré, pero primero debes aprender sobre nuestro planeta y sus maravillas" - dijo Lumbo.

Curioso y emocionado, Esteban siguió a Lumbo por el planeta. Aprendió sobre las plantas que emitían luz, las criaturas que podían volar sin alas y el lenguaje especial de los árboles.

"Cada estrella en el cielo tiene una historia, Esteban. Tienes que escuchar con atención" - le enseñó Lumbo mientras caminaban.

Después de pasar un día lleno de aventuras, Esteban sintió que había aprendido mucho. Lumbo, por su parte, había notado que Esteban era un niño curioso

"¿Te gustaría probar algo?" - preguntó Lumbo, excitado.

"¡Sí! Claro que sí" - respondió Esteban mientras se frotaba las manos de alegría.

Lumbo hizo un gesto y, de repente, el suelo del planeta se iluminó con un mapa estelar que mostraba el camino a casa.

"¡Increíble!" - gritó Esteban. "¡Gracias, Lumbo! No sé qué haría sin vos."

Pero justo cuando se estaba despidiendo, una gran sombra cubrió el sol. Un grupo de criaturas oscuras apareció, asustadas y desordenadas.

"¡Ayuda! ¡El guardián ha desaparecido!" - gritaron los seres de otro planeta que estaban en problemas.

Esteban, aunque asustado, recordó lo importante que era ayudar a los demás.

"No se preocupen. Podemos encontrar a su guardián juntos" - aseguró, sintiéndose más valiente.

Junto a Lumbo y los nuevos amigos, Esteban lideró la búsqueda. Con su inteligencia y el conocimiento aprendido durante su aventura, lograron encontrar al guardián perdido y salvar su planeta de un inminente desastre.

"¡Lo logramos!" - celebraron.

"Gracias, Esteban. Te convertiré en un protector de las estrellas por siempre" - dijo Lumbo al abrazarlo.

Finalmente, con un nuevo mapa estelar en su poder, Esteban tomó su cohete y siguió las rutas que había aprendido. Tras un emocionante viaje, llegó de vuelta a su estación espacial.

"¡Volví! ¡Mamá, papá, miren a dónde fui!" - gritó, rodeado por sus seres queridos.

Y así, Esteban nunca olvidó su aventura en el espacio. Había aprendido que no importa cuántos misterios encuentre, siempre hay un camino de regreso, un lugar al que realmente pertenece y la importancia de ayudar a otros en la búsqueda de sus propios caminos.

Esteban siguió explorando el universo, pero siempre llevaba en su corazón las enseñanzas de Lumbo.

Y desde entonces, cada vez que observaba las estrellas, sabía que algunos de sus amigos de luces brillantes también lo estaban mirando.

FIN.

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