El viaje de Estela y Luna


Había una vez en un tranquilo y colorido bosque, una joven cigüeña llamada Estela. Estela era valiente y curiosa, siempre lista para emprender nuevas aventuras.

Un día, mientras volaba sobre el bosque con sus largas alas blancas, vio a lo lejos una hermosa casa con un jardín repleto de flores de todos los colores. Al acercarse, escuchó risas y alegría que provenían de la casa. Curiosa, decidió posarse en una rama cercana para observar qué ocurría.

Desde allí pudo ver a una mamá sonriente sosteniendo en brazos a su pequeña hija recién nacida. La niña era tan preciosa que Estela no pudo evitar sentirse conmovida. "¡Qué hermosa bebé!", exclamó Estela desde la rama.

La mamá levantó la mirada sorprendida al escuchar una voz tan peculiar. Al ver a la cigüeña blanca sobre la rama, sonrió amablemente. "¡Hola! ¿Eres tú la cigüeña encargada de traer a mi pequeña?", preguntó la mamá emocionada.

Estela asintió con orgullo y respondió: "Sí, soy yo. Mi nombre es Estela y he venido para cumplir mi primera tarea como mensajera de las cigüeñas".

La mamá se emocionó aún más al saber que aquella valiente joven cigüeña llevaría a su hijita hasta sus brazos. Sin embargo, antes de partir, Estela recordó algo importante:"Pero antes de emprender nuestro viaje juntas, necesito conocer el nombre de tu preciosa niña", dijo Estela con curiosidad.

La mamá sonrió tiernamente y reveló: "Se llamará Luna porque llegó a nuestras vidas iluminándolas como si fuera nuestra propia luna". Estela asintió complacida y extendió sus alas blancas listas para emprender el vuelo hacia el hogar donde esperaba la madre de Luna.

El viaje sería largo y lleno de desafíos, pero Estela estaba decidida a cumplir su misión sin importar qué obstáculos se interpusieran en su camino. Durante el viaje, Estela y Luna compartieron momentos mágicos juntas.

La joven cigüeña enseñaba a la niña los secretos del cielo azul y las maravillas del mundo natural que las rodeaba. Luna reía feliz mientras agitaba sus manitas al compás del vuelo elegante de Estela.

Sin embargo, cuando estaban por llegar al destino final, un fuerte viento comenzó a soplar sacudiendo violentamente a las dos viajeras en el aire. "¡Estamos en problemas!", exclamó Estela preocupada mientras luchaba por mantenerse firme en medio del vendaval.

Luna miraba con grandes ojos asustados pero confiaba plenamente en su amiga cigüeña. Con valentía y determinación, ambas se aferraron mutuamente resistiendo contra el poderoso viento que intentaba desviarlas de su rumbo.

Finalmente, con un último esfuerzo conjunto lograron atravesar la tormenta llegando sanas y salvas al hogar donde aguardaba ansiosa la madre de Luna. La mujer corrió hacia ellas con lágrimas en los ojos al ver llegar sana y salva a su pequeña hija gracias al valor inquebrantable de Estela.

"¡Gracias por traerme mi tesoro sano y salvo! ¡Eres verdaderamente valiente!", dijo la mamá abrazando emocionadamente tanto a Luna como a Estela.

La joven cigüeña sonrió humildemente ante las palabras de gratitud mientras veía cómo Luna era entregada amorosamente en brazos de su madre quien no dejaba de darle besitos felices por tenerla nuevamente junto a ella. Y así fue como aquella valiente e intrépida jóven cigueñita llamada Estelita cumplió exitosamente su primera misión llevando felicidad y amor allí donde más se necesitaba.

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