El Viaje de Estrellita



En una fría noche de invierno, un niño llamado Mateo se sentó en su jardín, mirando el cielo estrellado. Los copos de nieve caían suavemente, pero él no sentía frío; estaba demasiado absorto en las estrellas. De repente, un haz de luz brillante atravesó el cielo y aterrizó en su patio.

- ¡Wow! -exclamó Mateo, sus ojos brillando de emoción.

Del haz de luz emergió una pequeña estrella, que tenía el tamaño de un gato. Tenía un cuerpo dorado y ojos azules que reflejaban la luz de la luna.

- Hola, humano -dijo la estrella con una voz suave y melodiosa. - Soy Estrellita. He venido a pedírtelo un favor.

Mateo, que jamás había hablado con una estrella, parpadeó sorprendido.

- ¿Un favor? ¿Qué tipo de favor? -preguntó con curiosidad.

- En mi hogar, el cielo, todas las estrellas se sienten tristes porque los humanos han dejado de mirar hacia arriba. Necesito que me ayudes a recordarles que somos parte de su vida.

Mateo pensó por un momento.

- ¡Claro! ¿Qué podemos hacer? -preguntó entusiasmado.

Estrellita sonrió.

- Vamos, tengo un plan. Pero primero, necesito que me muestres tu mundo.

Así, Estrellita tomó la mano de Mateo y, en un instante, volaron por los aires. Viajaron a través de nubes esponjosas y sobre montañas cubiertas de nieve, hasta llegar a la ciudad. Desde allí, miraron hacia abajo; las luces de la ciudad eran como estrellas en la tierra.

- ¿Ves? -dijo Estrellita. - Ellas son como nosotras. Pero han olvidado que el cielo también tiene su magia.

- Tal vez podríamos hacer una fiesta para las estrellas -sugirió Mateo.

- ¡Esa es una gran idea! -respondió Estrellita. - Pero necesitamos más ayuda. ¿Quieres invitar a tus amigos?

Un poco nervioso, Mateo acodó.

- Pero, ¿quién va a creerme que hablé con una estrella?

- Yo lo haré brillar -respondió Estrellita animadamente. - Juntos, haremos que todos miren al cielo.

Mateo decidió confiar en Estrellita. A la mañana siguiente, lo primero que hizo fue reunirse con sus amigos en la escuela.

- ¡Chicos! -dijo emocionado. - ¡Tengo que contarles algo increíble!

Y, aunque sus amigos se mostraron escépticos al principio, la chispa de Mateo fue contagiosa.

- Te creemos, Mateo, queremos ver esa estrella -dijo Lucía, su mejor amiga.

Con toda la determinación que le dio la magia de Estrellita, Mateo organizó una noche de observación de estrellas. Todos en el vecindario fueron invitados. Con pancartas hechas en cartulina y una gran fogata, la noche se llenó de risas y diversión. Al caer la noche, Mateos miró al cielo.

- ¡Estrellita! -gritó.

En un instante, el haz de luz regresó.

- Gracias por invitarme -dijo Estrellita mientras descendía. - Ahora miren hacia arriba.

Las estrellas empezaron a brillar más que nunca, titilando con fuerza. El cielo se iluminó con destellos de colores, como una obra de arte. Todos los niños miraron boquiabiertos, sintiendo que las estrellas estaban animando con ellos.

- ¡Increíble! -gritó Lucas. - ¡Matemos el miedo a mirar el cielo!

- ¿Podemos hacer esto todos los años? -preguntó Valentina.

Mateo se sintió orgulloso de lo que habían logrado. Esa noche, no solo habían hecho sonreír a Estrellita, sino que también habían recordado a todos la belleza del cielo.

Cuando la fiesta terminó, Estrellita se acercó a Mateo.

- Gracias, amigo. Gracias a ti, los humanos recordarán mirar al cielo y yo también seré más feliz. Pero ahora debo regresar a mi hogar.

Mateo se despidió de su amiga estrella con un abrazo.

- ¿Prometes volver?

- Siempre estaré aquí, en tus sueños y en cada noche estrellada. Solo mira hacia arriba cuando necesites recordar -respondió, antes de desaparecer en un fuego de luz.

Y así, cada vez que Mateo contemplaba las estrellas, recordaba que había una pequeña amiga que siempre lo miraba desde el cielo, invitándolo a buscar la magia en cada rincón del mundo, porque lo que importa es compartir y hacer feliz a los demás.

Desde aquel día, la familia de Mateo nunca dejó de mirar hacia arriba, y cada invierno organizaban una noche de estrellas para recordar que la magia siempre está presente, solo hay que saber buscarla.

FIN.

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