El Viaje de Felipe
**Introducción**:
Había una vez un niño llamado Felipe, un pequeño curioso que vivía en un pueblo rodeado de montañas y árboles altos. Todos los días, miraba por la ventana de su casa y soñaba con aventuras. Tenía un mapa en su mente, lleno de lugares misteriosos que quería explorar. Un día, decidió que era tiempo de salir y buscar esos tesoros.
**Desarrollo**:
Felipe preparó su mochila con unas galletas, una lámpara y su cuaderno para anotar todo lo que iba a encontrar. Con un último adiós a su mamá, salió corriendo por el sendero del bosque.
- “Voy a encontrar un dragón, o tal vez un tesoro escondido”, dijo Felipe, mientras sus ojos brillaban de emoción.
Mientras caminaba, se encontró con un viejo árbol que hablaba. Era un árbol sabio que le dijo:
- “Felipe, ¿alguna vez te has preguntado qué es la aventura? ”
Felipe se quedó pensando, nunca antes había reflexionado sobre eso.
- “No estoy seguro. ¿Es algo divertido? ”
- “La aventura es más que eso, pequeño. Es también un viaje dentro de ti mismo. A veces, lo que encontramos afuera nos ayuda a entender mejor quiénes somos.”
Felipe asintió, comprendiendo que no solo buscaría tesoros, sino que también aprendería sobre sí mismo.
Siguió su camino y se encontró con una cueva oscura. Sin pensarlo mucho, decidió entrar. Adentro, escuchó un rugido.
- “¡Es un dragón! ”, gritó Felipe.
Pero cuando se acercó, se dio cuenta de que era un dragón pequeño y triste.
- “¿Por qué estás tan triste, dragón? ” preguntó Felipe.
- “Porque tengo miedo de salir de esta cueva. Pienso que no me aceptarán porque soy diferente”, respondió el dragón.
Felipe recordó lo que le había dicho el árbol y se le ocurrió una idea:
- “Pero si no sales, nunca sabrás lo que el mundo tiene para ofrecerte. Todos somos diferentes, y eso es lo que nos hace especiales.”
El dragón miró a Felipe con curiosidad y dijo:
- “¿Y si no le gustó a nadie? ”
- “Entonces no era un lugar para ti. Pero, si no lo intentas, nunca lo sabrás”, respondió Felipe con determinación.
**Nudo**:
Finalmente, el dragón decidió salir de la cueva. Juntos, volaron por encima del bosque y, para sorpresa de Felipe, encontraron un festival en el pueblo. Todos estaban disfrutando, bailando y riendo. El dragón, asustado, dudaba en aparecer.
- “No sé si debería, ¿y si me asustan? ”
Felipe, tomando la mano del dragón, le dijo:
- “No tengas miedo, ellos te verán como un amigo. Y yo estaré a tu lado.”
Con un suave aleteo, el dragón se animó y juntos se presentaron en el festival. Al principio, los niños se asustaron, pero después de ver la valentía de Felipe y el dragón, empezaron a reír y jugar con él. El dragón se sintió feliz, aceptado entre ellos.
**Desenlace**:
A partir de ese día, Felipe y su nuevo amigo, al que nombró Lucho, se convirtieron en grandes aventureros. Viajaron por muchos lugares, conocieron a más amigos, aprendieron sobre diferentes culturas y descubrieron que la verdadera aventura es disfrutar el camino y compartir momentos con otros.
Cuando Felipe regresó a casa después de su viaje, entendió que la aventura no solo era buscar cosas externas, sino también descubrir la amistad y entender que todos somos diferentes pero igualmente valiosos.
**Conclusión**:
Felipe aprendió que la vida es una gran aventura llena de lecciones y que, a veces, lo más valioso no son los tesoros que encontramos, sino las experiencias y la gente que conocemos en el camino. Esto lo llevó a soñar aún más y a seguir explorando, no solo el mundo, sino también su interior, donde cada día podía encontrar nuevas respuestas y emociones.
Cada vez que miraba por la ventana, sabía que su próxima aventura estaba a la vuelta de la esquina, lista para ser descubierta.
FIN.