El viaje de Gleda a México



Había una vez una niña llamada Gleda que vivía en Venezuela junto a su mamá, Marilyn. Gleda siempre había escuchado hablar de su hermano mayor, Javier, quien vivía en México.

A pesar de la distancia, Gleda sentía un fuerte deseo de conocer a su hermano y compartir momentos juntos. Un día, Marilyn le anunció a Gleda que habían organizado un viaje para ir a México y reunirse con Javier.

La emoción invadió el corazón de la pequeña, quien no podía esperar para abrazar a su hermano por primera vez. El día del viaje finalmente llegó y madre e hija abordaron el avión rumbo a México.

Gleda miraba por la ventana maravillada al ver las nubes y los paisajes que iban quedando atrás. "¿Estás emocionada por conocer a tu hermano?" -preguntó Marilyn con una sonrisa. "¡Sí! No puedo esperar para jugar juntos y contarle todas mis aventuras", respondió Gleda con alegría.

Después de varias horas de vuelo, finalmente llegaron a México. Javier los estaba esperando en el aeropuerto con los brazos abiertos. El reencuentro fue lleno de abrazos y lágrimas de felicidad.

"¡Hola, soy tu hermana Gleda! ¡Estoy muy feliz de conocerte!" -exclamó la niña emocionada. "Yo también estoy muy contento de verte, hermanita", dijo Javier mientras le daba un cálido abrazo. Javier llevó a Gleda y Marilyn a su casa, donde pasaron días increíbles compartiendo momentos inolvidables juntos.

Jugaban en el parque, cocinaban deliciosas comidas mexicanas y se contaban historias antes de dormir.

Una noche, mientras admiraban las estrellas desde el patio trasero, Javier dijo:"Gleda, sé que es difícil estar lejos de tus seres queridos en Venezuela, pero recuerda que ahora también tienes una familia aquí en México. Siempre estaremos juntos en el corazón". Gleda sintió una calidez reconfortante al escuchar las palabras amorosas de su hermano. Los días pasaron volando y llegó el momento de regresar a Venezuela.

Aunque era triste despedirse, Gleda sabía que llevaría consigo los preciosos recuerdos vividos junto a su familia en México.

Al llegar a casa nuevamente, la niña guardó en su corazón cada risa compartida, cada abrazo recibido y cada enseñanza aprendida durante aquel viaje tan especial. Desde entonces, cada vez que miraba al cielo estrellado, recordaba con cariñosu aventura junto a Javiery cómo descubrióque el amor une familiasmás allá de las fronteras geográficas, porque lo importantees estar siempre cercaen el corazón.

Y así,la historia de Gledase convirtió en un cuento inspirador, donde la magia del encuentro familiarcreció como una semilla eternaen el jardín del alma infantil.

FIN.

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