El Viaje de Gota
En un brillante día en el cielo, una pequeña gota de agua llamada Gota se despertó con un gran anhelo. Ella quería conocer el mundo y llevar alegría a los niños y familias. Así que decidió emprender un viaje desde las altas montañas, pasando por valles y nevados, hasta llegar a un hermoso pueblo.
"- ¡Hoy es el día perfecto para mi aventura!" exclamó Gota emocionada.
Primero, Gota se deslizó por una suave roca en las montañas. Allí, conoció a un simpático pájaro llamado Pío.
"- ¡Hola, pequeña gota! ¿A dónde vas con tanto apuro?" preguntó Pío, agitando sus alas.
"- ¡Quiero llegar a los niños y las familias! Quiero darles frescura y alegría con mi agua. ¿Me acompañas?" propuso Gota.
"- Claro, ¡me encantaría! Pero cuidado con la niebla que viene de camino. A veces puede ser un poco engañosa", advirtió Pío.
Así, juntos siguieron su camino, disfrutando de la belleza de la naturaleza. Pero al poco tiempo, una densa niebla comenzó a descender.
"- ¡Oh no, la niebla ha llegado!" dijo Gota con temor. "- No puedo ver nada. ¿Qué hacemos?"
"- Debemos confiar en nuestros sentidos y seguir el canto de los ríos. Ellos nos guiarán", dijo Pío con determinación.
Siguiendo el murmullo del agua que fluía, lograron atravesar la niebla. Cuando finalmente lograron salir, se encontraron en un valle lleno de flores de colores.
"- ¡Mirá qué bonito!" exclamó Pío.
"- ¡Sí! Esta gente necesita agua para que sus flores crezcan", dijo Gota. Y decidió hacer una pequeña pausa para regar algunas.
De pronto, un grupo de niños apareció, riendo y jugando entre las flores.
"- ¡Mira, Pío! ¡Son niños!" dijo Gota emocionada.
"- ¡Hola, pequeños! ¿Les gustaría que Gota les ayudara a hacer crecer más flores?" preguntó Pío.
"- ¡Sí! ¡Por favor!" respondieron los niños, ansiosos.
Y así, Gota comenzó a caer suavemente de las nubes que estaban por encima. "- Aquí está un poco de agua fresca para ustedes", dijo, riendo mientras las flores se llenaban de color.
Los niños saltaban de alegría. Pero Gota sabía que debía seguir su camino. "- No puedo quedarme aquí. Debo llegar a las familias también."
"- Entiendo, pero no te preocupes, siempre puedes regresar a jugar con nosotros", dijo uno de los niños mientras Gota se deslizaba hacia un pequeño arroyo.
Por el arroyo, Gota avanzó hacia un área más fría, donde yacían los nevados. Allí encontró un pequeño muñeco de nieve, Sonrisas, que parecía triste.
"- ¿Por qué estás tan triste, amigo?" preguntó Gota.
"- En invierno, quiero que los niños jueguen conmigo, pero siempre me derriten al llegar a la primavera", respondió Sonrisas con un suspiro.
"- ¡Yo puedo ayudarte! Si traigo agua, podrás volver a formarte. Entonces, ellos podrán jugar contigo", ofreció Gota con entusiasmo.
"- ¡Eso suena genial! Espero que no te derritas en el camino", bromeó Sonrisas.
"- ¡Soy una gota de agua! Siempre regreso cuando llega el ciclo de la naturaleza", dijo Gota mientras seguía su viaje, dejando una pequeña estela de agua detrás de ella.
Finalmente, llegó a un pueblo donde las gentes estaban contentas, pero notaron que las plantas se marchitaban.
"- ¡Estos niños necesitan agua!" exclamó Gota.
"- Sí, pero ¿cómo podemos ayudar?" preguntó un hombre mayor, mirando hacia las secas plantas.
Gota, al escuchar esto, se dejó caer del cielo. Las nubes se partieron y comenzó a llover suavemente, llenando los charcos y regando cada rincón.
"- ¡Mira cómo florecen las plantas!" gritaron los niños, corriendo hacia el agua.
Gota sintió el cariño del pueblo; sabía que había cumplido su misión, pero también que siempre podría regresar en forma de lluvia.
"- ¡Gracias, Gota! Eres nuestra heroína", dijeron los niños mientras ella sonreía en forma de agua.
Y así, Gota había recorrido un largo camino, atravesando montañas, valles y nevados, llevando alegría y frescura a niños y familias. Sabía que aunque su viaje fue largo, cada paso valió la pena porque cada gota cuenta en la vida.
Fin.
FIN.