El viaje de Hannah por la diversidad ecuatoriana



Había una vez una niña llamada Hannah, a quien le encantaba viajar y descubrir nuevas culturas. Un verano, sus padres decidieron llevarla de vacaciones a Ecuador para explorar las diversas ciudades del país y aprender sobre su identidad.

El primer destino en su aventura fue Santa Elena, donde Hannah quedó maravillada por las hermosas playas y el cálido clima. Allí conoció a Mateo, un niño local que la llevó a recorrer el malecón y probar deliciosos ceviches.

"-¡Qué rico está esto! Es como una explosión de sabores en mi boca", exclamó Hannah emocionada. Después de disfrutar del sol y la playa, la familia partió hacia Latacunga, famosa por sus coloridos mercados indígenas.

En medio de la plaza central, Hannah se encontró con Valeria, una niña que lucía un traje típico lleno de colores vibrantes. "-¡Hola! ¿Por qué vistes tan bonito?", preguntó Hannah intrigada.

"-Este es nuestro traje tradicional que representa nuestra cultura indígena", explicó Valeria mientras le mostraba tejidos hechos a mano. La siguiente parada fue Cuenca, conocida por su arquitectura colonial y sus artesanías únicas.

Allí, Hannah conoció a Diego, un niño muy creativo que le enseñó a hacer figuras de cerámica. "-Mira Hannah, así es como moldeamos el barro para crear estas obras de arte", dijo Diego con entusiasmo.

A medida que visitaban cada ciudad, Hannah iba descubriendo la diversidad cultural de Ecuador: desde las danzas folclóricas hasta los platos típicos como el locro de papas o los humitas. Se sentía emocionada por aprender tanto sobre las costumbres y tradiciones de cada lugar.

Al finalizar su viaje, cuando regresaron a casa, Hannah se dio cuenta de lo importante que era respetar y valorar la identidad de cada persona y comunidad. Había aprendido que la diversidad nos enriquece y nos hace únicos.

Desde entonces, cada vez que cerraba los ojos podía recordar el sonido del mar en Santa Elena, los colores brillantes en Latacunga y el olor a tierra húmeda en Cuenca. Y sabía que esos recuerdos siempre estarían presentes en su corazón.

Y así termina esta historia llena de aventuras y aprendizajes para Hannah, una niña curiosa e inquieta que descubrió el valor de la identidad gracias a sus viajes por Ecuador.

FIN.

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