El viaje de Iría al país de las maravillas de dulces y chocolate



Había una vez una niña llamada Iría, a la que le encantaba jugar con sus muñecas y disfrutar de las golosinas. Un día, mientras jugaba en su habitación, descubrió un misterioso portal escondido detrás de su armario. Sin dudarlo, decidió atravesarlo y, para su sorpresa, se encontró en el país de las maravillas de dulces y chocolate.

Al llegar, Iría se encontró con el Hada de Azúcar, quien le dijo que para regresar a casa debía completar tres desafíos. El primero consistía en cruzar el río de chocolate sin caerse. Con valentía, Iría se lanzó al río montada en un barquito de caramelo y, con astucia y equilibrio, logró superar el desafío.

Luego, se dirigió al Bosque de Caramelos, donde conoció al Conejito Sabroso, quien le retó a encontrar el camino de regreso en medio de un laberinto de golosinas. Con paciencia y determinación, Iría siguió las indicaciones del Conejito Sabroso y logró encontrar la salida.

Finalmente, llegó al Castillo de Dulce de Leche, donde se enfrentó al malvado Magoscura, un ser envidioso que intentaba que nadie escapara del país de las golosinas. Iría utilizó su ingenio y amor por las golosinas para derrotar al Magoscura, convirtiendo su maldad en bondad mediante un abrazo cariñoso.

Al vencer al Magoscura, el Hada de Azúcar felicitó a Iría por su valentía, ingenio y amor por las golosinas, y le abrió el portal de regreso a casa. Con una sonrisa en su rostro y el corazón lleno de alegría, Iría atravesó el portal, volviendo a su habitación justo a tiempo para la merienda.

Desde ese día, Iría recordaría con cariño su fantástica aventura en el país de las maravillas de dulces y chocolate, aprendiendo que la valentía, el ingenio y el amor siempre pueden superar cualquier desafío.

FIN.

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