El viaje de Iris y Laidamar
Había una vez, en un pequeño pueblo de España, dos mujeres muy especiales llamadas Iris y Laidamar. Iris era la tía de Laidamar y siempre había soñado con viajar por el mundo.
Un día, decidió que era hora de hacer realidad su sueño y llevar a su sobrina en esta increíble aventura. Iris tenía el pelo castaño y ojos marrones, mientras que Laidamar tenía el pelo rubio cobrizo y también ojos marrones.
Ambas tenían la piel blanca como la nieve. Un día soleado de verano, Iris preparó sus maletas llenas de ropa cómoda y colorida para ellas dos. Estaban listas para comenzar su emocionante viaje alrededor del mundo. Su primera parada fue Buenos Aires, en Argentina.
Al llegar allí, se sorprendieron por lo hermoso que era ese lugar: las calles llenas de colores vibrantes, los edificios históricos y la música que se escuchaba por todas partes.
Mientras paseaban por las calles empedradas del barrio San Telmo, conocieron a un grupo de niños argentinos que estaban jugando al fútbol en un pequeño campo improvisado. Iris y Laidamar no pudieron resistirse a unirse a ellos. "¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes?" -preguntó entusiasmada Iris.
"¡Sí! ¡Vengan!" -respondieron los niños emocionados. Jugaron al fútbol durante horas, riendo y divirtiéndose juntos sin importar el idioma ni las diferencias culturales. Aunque no entendían todas las palabras que decían los niños, la pasaron genial.
Después de su aventura futbolística en Buenos Aires, Iris y Laidamar continuaron su viaje hacia otro destino emocionante: Río de Janeiro, en Brasil. Allí se encontraron con playas hermosas y gente amigable.
Un día, mientras paseaban por la playa de Copacabana, descubrieron un grupo de bailarinas de samba practicando para un desfile. Fascinadas por el ritmo y la alegría que transmitían, decidieron aprender a bailar samba también. "¡Hola! ¿Nos enseñan a bailar samba?" -preguntó Laidamar con una sonrisa.
"¡Claro! ¡Vengan!" -respondieron las bailarinas entusiasmadas. Durante días, Iris y Laidamar aprendieron los movimientos y ritmos del baile samba. Aunque al principio les costaba un poco coordinarse, nunca dejaron de intentarlo.
Pronto se convirtieron en excelentes bailarinas y participaron en el gran desfile junto a sus nuevas amigas brasileñas. Después de su increíble experiencia en Río de Janeiro, Iris y Laidamar se dirigieron hacia otro país mágico: India.
Allí conocieron a niños que vivían en pequeñas aldeas rurales y aprendieron sobre su cultura fascinante.
Una tarde calurosa, mientras jugaban con los niños indios bajo la sombra de un árbol sagrado llamado banyan, uno de los niños les contó una historia muy especial sobre cómo ese árbol brindaba protección y amor a todos los seres vivos que lo rodeaban. Iris quedó tan conmovida por la historia que decidió plantar un pequeño banyan en su jardín cuando regresaran a casa.
Quería recordar siempre el amor y la amistad que había experimentado durante su viaje. Después de recorrer muchos otros países, Iris y Laidamar regresaron a su hogar en España.
Aunque extrañaban las aventuras y los nuevos amigos que habían conocido, sabían que siempre podrían volver a viajar y explorar más lugares emocionantes. Enseñaron a sus amigos y familiares sobre las diferentes culturas que habían descubierto en sus viajes e inspiraron a otros a seguir sus sueños.
Y así, Iris y Laidamar demostraron al mundo entero que no importa de dónde vengas o cómo te veas, lo importante es disfrutar de cada momento, aprender de otras culturas y nunca dejar de soñar.
FIN.