El viaje de Jesús



Había una vez un niño llamado Jesús, que vivía en una pequeña comunidad rodeada de montañas y naturaleza.

Jesús era un niño especial, tenía autismo, lo que hacía que a veces le resultara difícil comunicarse y entender el mundo que lo rodeaba. Jesús tenía una gran pasión por los libros infantiles y su autor favorito era Don Martín, quien vivía en la capital del país.

Un día, Jesús decidió emprender un viaje hacia la ciudad para conocer personalmente a su autor favorito. Con mucho entusiasmo, Jesús subió al autobús y se dirigió hacia la capital. Al llegar allí, estaba tan emocionado que no pudo contenerse y se separó de su abuelita sin darse cuenta.

Comenzó a explorar las concurridas calles de la ciudad sin tener idea de dónde estaba su abuelita. Jesús caminó durante horas buscando desesperadamente a su abuelita entre las multitudes de personas desconocidas.

Pero no importaba cuánto buscara, no lograba encontrarla por ningún lado. Sentía miedo e incertidumbre mientras sus ojos llenos de lágrimas recorrían cada rincón de la ciudad. En ese momento apareció un amable policía de tránsito llamado Pablo.

Observó al pequeño Jesús llorando en medio de la calle y se acercó rápidamente para preguntarle qué le había pasado. "¿Qué te ocurre, pequeño? ¿Estás perdido?"- preguntó el policía Pablo con preocupación. Jesús levantó su rostro lleno de lágrimas y asintió con la cabeza.

Pablo se dio cuenta de que el niño necesitaba ayuda y decidió acompañarlo hasta encontrar a su abuelita. Pablo tomó la mano de Jesús y lo llevó a una estación de policía cercana.

Allí, anunciaron por los altavoces que habían encontrado a un niño perdido llamado Jesús. Mientras tanto, el policía Pablo tranquilizaba al pequeño y le explicaba lo que estaba sucediendo. Pasaron algunos minutos cuando finalmente llegó una mujer corriendo hacia la estación de policía.

Era la abuelita de Jesús, quien había estado buscándolo desesperadamente por toda la ciudad. "¡Jesús! ¡Mi querido Jesús!"- exclamó la abuelita mientras abrazaba fuertemente al niño. Jesús se sintió aliviado y feliz al reencontrarse con su amada abuelita.

Le contó sobre su aventura para conocer a Don Martín y cómo se había perdido en el camino. La abuelita le agradeció profundamente al amable policía Pablo por haber cuidado de Jesús y ayudarlo a encontrarla.

Ambos sabían que sin él, tal vez no se hubieran reencontrado tan rápido. Desde ese día, Jesús aprendió una valiosa lección sobre seguir las instrucciones y mantenerse cerca de sus seres queridos en lugares desconocidos.

También valoró aún más el amor incondicional de su abuelita y aprendió a reconocer a aquellos buenos samaritanos como el policía Pablo. Con el tiempo, Jesús finalmente tuvo la oportunidad de conocer a Don Martín, su autor favorito. Juntos compartieron risas, historias y aprendizajes.

Don Martín quedó impresionado por la pasión de Jesús por los libros y le prometió dedicarle su próximo libro. Así, Jesús regresó a su pequeña comunidad con el corazón lleno de alegría, recuerdos inolvidables y un nuevo amigo en el autor que tanto admiraba.

Y aunque seguiría enfrentando desafíos debido al autismo, sabía que siempre habrían personas dispuestas a ayudarlo y apoyarlo en su camino hacia nuevas aventuras.

FIN.

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