El Viaje de Jesús y su Burrito
Era un día soleado en la aldea de Nazaret, y Jesús decidió que era un buen momento para visitar Jerusalén. Montado en su pequeño burrito llamado Burbujas, Jesús se puso en marcha. Burbujas era un burrito muy especial, siempre alegre y dispuesto a escuchar las historias de su amigo.
"¿Listo para nuestra aventura, Burbujas?", preguntó Jesús, acariciando la cabeza de su fiel compañero.
"¡Sí, claro!", respondió el burrito con un relincho entusiasta. "¡Amo conocer nuevos lugares!"
Comenzaron el camino. Mientras avanzaban, encontraron a un grupo de animales que estaban preocupados. Un pajarito lloraba porque había perdido su nido.
"¿Qué tienes, pequeño amigo?", preguntó Jesús con su voz suave.
"Perdí mi nido, y no sé cómo volver a él", sollozó el pajarito.
"No te preocupes, vamos a ayudarte a encontrarlo", dijo Jesús con una sonrisa.
Burbujas, con su aguda vista, miró hacia arriba y señaló un árbol grande.
"¡Mirá! Allí arriba, en la rama más alta, hay un nido!"
El pajarito voló hacia el árbol y, con un poco de ayuda, pudo alcanzar su hogar. Agradecido, el pajarito cantó una melodía encantadora que hizo sonreír a Burbujas y Jesús.
"¡Gracias! Eres un gran amigo, Jesús. Y tú también, Burbujas!", exclamó el pajarito felizmente antes de volar lejos.
Continuaron su camino hacia Jerusalén, pero pronto se encontraron con un río caudaloso. Al lado del río había un pequeño conejo que parecía confundido.
"¿Qué pasa, amiguito?", preguntó Jesús al conejo.
"Quiero cruzar el río, ¡pero no puedo nadar!", respondió el conejo, mirándolo con ojos tristes.
"No te preocupes, tengo una idea", dijo Jesús.
Burbujas, sabiendo que podía ayudar, se acercó al borde del río.
"Es fácil, amigo, solo subite a mi espalda, y te llevaré al otro lado."
El conejo dudó al principio, pero decidió confiar en ellos. Se subió a la espalda de Burbujas, mientras Jesús guiaba al burrito. Con mucho cuidado, cruzaron el río.
"¡Lo hice! ¡Gracias, Jesús y Burbujas!" gritó el conejo emocionado al llegar a la otra orilla.
"Siempre ayuda a un amigo", contestó Jesús. "Ahora puedes jugar libremente en este lado."
Finalmente, después de ayudar a sus nuevos amigos, siguieron su camino. Pero, de repente, el cielo se nubló y una gran tormenta comenzó a caer. Jesús y Burbujas buscaron refugio bajo un árbol frondoso. Allí se encontraron con un grupo de niños que estaban asustados.
"¿Por qué lloran, pequeños?", preguntó Jesús.
"¡No queremos mojarnos!", dijeron en coro, asustados por los relámpagos.
"Vengan aquí, bajo este árbol están a salvo", les dijo Jesús mientras les sonreía.
"Pero, ¿qué hacemos ahora?", preguntó una niña con lágrimas en los ojos.
"Podemos contar historias mientras pasa la tormenta."
Entonces, Jesús comenzó a contarles un cuento sobre un valiente león que aprendió a ser amigo del ratón, y cómo juntos superaron sus miedos. A medida que contaba la historia, los niños comenzaron a reír y a sentirse más tranquilos.
Cuando la tormenta pasó, el sol volvió a brillar.
"¡Gracias, Jesús!", dijeron los niños con alegría. "Ahora ya no tenemos miedo."
"Siempre hay algo que aprender, incluso en las tormentas. Cada desafío nos hace más fuertes", les respondió Jesús.
Con el ánimo renovado, Jesús y Burbujas continuaron su viaje a Jerusalén, disfrutando de la belleza del camino y de las nuevas amistades que habían hecho.
Y así, Jesús y su burrito Burbujas aprendieron que ayudar a otros siempre trae alegría, y que las historias son poderosas para unir a las personas. Cuando finalmente llegaron a la ciudad, ya tenían mucho que contar y muchos recuerdos interesantes en su corazón.
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Con cada paso que daban, recordaban que la belleza de la vida está en compartir, ayudar y aprender juntos. Y así, Jesús y Burbujas hicieron del mundo un lugar mejor, un pequeño acto de bondad a la vez.
FIN.