El Viaje de Jesús y sus Amigos



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Nazaret, donde vivía un niño llamado Jesús. Desde pequeño, Jesús era muy curioso y siempre hacía preguntas interesantes sobre el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras jugaba en la plaza, sus amigos Pedro y Juan se acercaron a él.

"Hola, Jesús. ¿Qué estás pensando?" - preguntó Pedro.

"Me pregunto por qué la gente no se ayuda más entre sí." - respondió Jesús con una sonrisa.

"A mí también me gustaría ayudar a los demás. Siempre veo a los vecinos pelearse." - añadió Juan, arrugando la nariz.

Jesús miró a sus amigos y les dijo:

"¡Podemos hacer algo! Si cada uno de nosotros ayuda a una persona al día, podríamos cambiar nuestro pueblo."

Así, decidieron organizar una pequeña reunión en su escuela.

"Hoy vamos a aprender a ayudar a otros. Traigan ideas de cómo podríamos hacerlo!" - dijo Jesús, emocionado.

Al día siguiente, reunieron a sus compañeros y compartieron muchas ideas:

"Podríamos ayudar a las ancianitas a cruzar la calle." - sugirió María.

"Yo puedo traer comida para los que no tienen!" - afirmó Lucas, lleno de entusiasmo.

"¿Qué tal si tarde jugamos con los chicos del barrio?" - dijo Juan.

Escuchando a todos, Jesús sonrió y dijo:

"¡Son geniales! Haremos una semana de ayuda al prójimo. ¡Nos llamaremos ‘La semana de la bondad’!"

Cuando la semana empezó, todos se pusieron manos a la obra. Jesús y sus amigos repartieron galletas a los ancianos, ayudaron a las familias con sus tareas y jugaron con los más chicos en la plaza.

Sin embargo, un día, unos niños del barrio, que no eran tan amables, comenzaron a molestarlos.

"¿Qué hacen ustedes, perdedores? ¡Son unos tontos por intentar ayudar!" - gritaron, riéndose.

Jesús, aunque se sentía triste, les respondió:

"Podemos ser diferentes. Locos por ayudar. ¿Quieren unirse a nosotros?"

"¡Ja! ¿Unirse a ustedes? ¡Nunca!" - dijo uno de ellos, escupiendo al suelo.

Pero Jesús no se rindió y se acercó lentamente.

"Todos podemos ser amigos, si quieren. La bondad es para todos.”

"¿Y por qué lo haríamos?" - preguntó un niño, curioso.

"Porque ayudar es hermoso y juntos podemos hacerlo más grande." - respondió con una brillante luz en sus ojos.

Esa fue una gran idea. Algunos de los niños empezaron a pensar.

"Quizás…" - murmuró uno de ellos. "Podríamos hacer una competencia de quién ayuda a más personas."

Los demás se miraron entre sí; ¡esa podría ser la solución! Decidieron probarlo.

La amistad se extendía como un fuego rápido en el viento. Finalmente, muchos niños de todas partes del pueblo se unieron a Jesús y a sus amigotes en la semana de la bondad.

"¿No es genial poder hacer felices a otros?" - preguntó María mientras ayudaban a una abuela a hacer sus compras.

"Sí! Además, lo mejor es que al final, ¡todos somos más felices!" - exclamó Juan.

Cuando la semana terminó, Jesús se sentó con sus amigos en la plaza, observando a todos.

"Hicimos algo increíble, pero esto no se queda aquí. ¡Sigamos ayudando siempre!"

"¡Sí!" - gritaron todos.

Desde aquel día, en Nazaret, Jesús y sus amigos se convirtieron en un ejemplo de amistad y generosidad. La felicidad circulaba por cada rincón, y la gente empezó a compartir y ayudar unos a otros.

Y así, lo que empezó como una simple idea de un niño, se volvió algo grande que dejó huellas en todos.

"¡El mundo puede cambiar con pequeñas acciones!" - dijo Jesús, sonriendo a sus fieles amigos y a todos los que los rodeaban.

Y así, menuditos de gran corazón, demostraron que la bondad, la amistad y la ayuda mutua son poderosas en el viaje por la vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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