El viaje de Juan hacia la amistad
Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo. Era un niño lleno de energía, pero en su clase, no era muy querido. Sus compañeros siempre se reían de él cuando se distraía o no podía quedarse quieto en clase. Juan soñaba con tener amigos con quienes jugar y compartir aventuras, pero a menudo se sentía solo.
Un día, la maestra decidió organizar una excursión al bosque para que los chicos pudieran aprender sobre la naturaleza. Todos estaban emocionados, pero Juan un poco nervioso, porque sabía que, en el pasado, sus compañeros no habían sido muy amables.
- “Oscar, ¿no vas a venir a la excursión? ” - preguntó Juan un poco esperanzado.
- “No quiero estar cerca de vos, Juan. Siempre estás haciendo ruido.” – respondió Oscar, riéndose con los demás.
Así, Juan fue a la excursión, pero con el corazón un poco pesado. Cuando llegaron al bosque, la maestra les pidió que se dividieran en grupos para explorar. Al mirar a su alrededor, Juan vio que todos los grupos estaban completos, y quedó solo.
- “¿Por qué no puedo tener amigos? ” - pensó Juan mientras comenzaba a caminar solo.
Mientras exploraba el bosque, encontró un pequeño arroyo. La claridad del agua y el sonido tranquilizante lo llevó a perderse en sus pensamientos. De repente, escuchó un grito.
- “¡Ayuda! ¡No puedo salir! ” – era el sonido de una voz familiar. Corrió hacia el origen del grito y vio a su compañero Pablo atrapado en una pequeña trampa para animales.
- “¡Pablo! ¿Cómo te metiste ahí? ” - preguntó Juan, sorprendiendo a su compañero.
- “No lo sé, estaba tratando de ver qué había y ahora no puedo salir. ¡Ayúdame! ” - respondió Pablo asustado.
Juan, a pesar de que normalmente era considerado torpe, se acercó a la trampa.
- “Tranquilo, voy a ayudarte a salir. Solo tené cuidado, voy a empujar un poco.” - dijo Juan, recordando cómo había visto a su papá arreglar cosas en casa. Con cuidado, Juan logró liberar a Pablo.
- “¡Lo lograste, Juan! ¡Eres un héroe! ” – exclamó Pablo, sorprendido por la valentía de Juan.
Cuando se liberó, Pablo notó un brillo en los ojos de Juan, una mezcla de alegría y sorpresa.
- “Me ayudaste, Juan. Gracias. Te debo una”, le dijo Pablo sinceramente.
Justo en ese momento, los demás chicos llegaron.
- “¿Qué ocurrió? ” – preguntó Oscar.
- “Juan me ayudó a salir de la trampa”, dijo Pablo.
Los otros niños comenzaron a murmurar, sorprendidos. Después de un instante de silencio, una niña llamada Ana dio un paso adelante.
- “Quizás Juan no sea tan malo después de todo”, dijo Ana.
Ese fue el comienzo de un cambio. A partir de ese día, los compañeros de Juan empezaron a verlo de manera diferente.
Durante la excursión, todos se unieron para jugar y aprendieron que Juan tenía un gran talento para descubrir cosas. Encontró una rana de colores brillantes, un nido de pájaros y ¡hasta unas huellas misteriosas de un animal!
- “¡Mirá lo que encontré! ” - dijo Juan emocionado, mostrando cada descubrimiento.
Los demás comenzaron a seguirlo y Juan se sintió feliz. Finalmente, estaba compartiendo su pasión por la naturaleza con sus compañeros.
- “Che, esto es genial, Juan. Vamos juntos la próxima vez”, dijo Oscar, comenzando a hablar con Juan como si fueran amigos.
La excursión terminó, pero el cambio en la clase había comenzado. A partir de ese día, Juan no solo se convirtió en el ‘chico raro’, sino que fue reconocido por sus habilidades. Los demás empezaron a invitarlo a jugar y a ayudar en proyectos de clase.
Así, Juan aprendió que todos pueden tener algo especial para aportar. Y su alegría creció junto con nuevas amistades. La clase se volvió un lugar más ameno y divertido para todos.
Los meses pasaron, y Juan ya no era solo un niño que nadie quería. Se convirtió en un amigo querido y respetado por su grupo. Esa excursión en el bosque les enseñó a todos que la amistad va más allá de las diferencias y que, a veces, solo se necesita una oportunidad para brillar.
Y así, Juan hizo amigos para toda la vida, y nunca se sintió solo otra vez.
FIN.