El Viaje de Juan hacia la Salud
En un pequeño pueblo llamado San Saludín, vivía un niño llamado Juan. Juan era un chico curioso y siempre le gustaba explorar, pero había un pequeño problema: no le gustaba comer verduras. Un día, mientras paseaba por el parque, conoció a un grupo de animales que hablarían sobre la importancia de la salud.
Juan se acercó a un conejo llamado Rudy, que estaba masticando una zanahoria con mucho gusto.
"Hola, Rudy. ¿Por qué comes zanahorias? Yo prefiero las golosinas."
"¡Hola, Juan! Las zanahorias son buenísimas para mi salud. Me ayudan a saltar más alto y a correr más rápido. ¿Sabías que comer verduras te hace más fuerte y saludable?"
Juan frunció el ceño. No estaba convencido.
"Pero las golosinas son más ricas, Rudy. ¿Por qué comer verduras si puedo tener caramelos?"
Rudy lo miró con paciencia.
"Las golosinas pueden ser ricas, pero no te dan la energía que necesitas para jugar y aprender. Tienes que cuidar de tu salud, Juan".
Juan se fue a casa pensando en lo que Rudy le había dicho. Esa noche, su mamá le preguntó qué quería cenar.
"Quiero pizza y helado, mamá!"
"Está bien, pero solo si comes tus verduras primero," respondió ella.
Juan se sintió un poco desanimado, pero decidió intentarlo. Así que empezó a comer sus espinacas y, para su sorpresa, estaban mucho mejor de lo que recordaba.
Al día siguiente, Juan decidió visitar a su amigo el loro, Pipo, que siempre hablaba de deportes.
"¡Hola, Juan! Me enteré de que el sábado habrá un partido de fútbol. ¿Vas a participar?"
"Me encantaría, pero no soy muy bueno en el fútbol. Creo que prefiero quedarme en casa jugando con mi consola."
Pipo lo miró fijamente.
"Si empezás a comer más sano, podrías correr mejor y jugar con nosotros, Juan. ¡Y sería muy divertido!"
Juan dudó, pero se sintió intrigado. Entonces hizo un trato consigo mismo.
- 'Voy a comer verduras esta semana y luego voy a intentar jugar al fútbol', pensó.
Los días pasaron, y, aunque al principio le costó, Juan empezó a disfrutar de sus zanahorias y espinacas. Se sentía con más energía y más feliz.
Al llegar el sábado, Juan decidió unirse al partido de fútbol.
"¿Estás listo para jugar?" preguntó Pipo.
"No sé, tengo miedo de no poder correr lo suficientemente rápido."
"No te preocupes, juntos vamos a divertirnos. Además, ahora que estás comiendo mejor, te vas a sorprender de lo rápido que correrás".
Juan decidió dar el primer paso y se unió a sus amigos. ¡Una vez en el campo, descubrió que podía correr más rápido de lo que pensaba!"¡Mirá, Juan! Estás haciendo un gran trabajo!" gritó Rudy desde el costado.
"Realmente me siento bien, Pipo. Creo que voy a seguir comiendo saludable por un tiempo más".
A medida que el partido avanzaba, Juan empezó a hacer pases y hasta a marcar un gol. Todos lo aplaudieron. Al final del partido, se dio cuenta de que había disfrutado no solo del juego, sino también del tiempo que pasó con sus amigos.
"¡No puedo creer que jugué tan bien!" dijo Juan con una gran sonrisa.
"Te lo dije, comer sano hace una gran diferencia. ¡Celebremos!" propuso Rudy.
Volvieron a casa y esa noche, Juan le contó a su mamá lo que había logrado.
"¡Mirá, mamá! ¡Jugué al fútbol y marqué un gol!"
"Estoy tan orgullosa de vos, Juan. Comer verduras fue una gran decisión."
Desde entonces, Juan no solo comió verduras, sino que también se convirtió en un gran defensor de la salud en su escuela. Hizo carteles, organizó charlas y animó a sus compañeros a cuidar de su salud.
"Si todos queremos correr tan rápido como yo, ¡tenemos que comer mejor!" decía Juan con entusiasmo.
Y en el pequeño pueblo de San Saludín, Juan aprendió que el derecho a la salud empezaba con él mismo y con las decisiones que tomaba todos los días. Fue un cambio que no sólo beneficiaba su vida, sino que también inspiró a otros a hacer lo mismo. Y así, Juan nunca olvidó la gran lección que aprendió: "Cuidar de mi salud es el primer paso para correr hacia los sueños".
FIN.