El Viaje de Juan y Sofía
Era un hermoso día de primavera en la ciudad. Juan, un niño de diez años, estaba emocionado porque hoy es el Día de los Derechos del Niño, una fecha muy especial en la que se celebran los derechos de cada pequeño en el mundo. Pero mientras sus amigos jugaban en la plaza, Juan tenía algo en mente que no lo dejaba tranquilo.
"Mamá, ¿por qué hay niños que no pueden ir al hospital cuando están enfermos?" - preguntó Juan, un tanto preocupado.
Su mamá, entendiendo el dilema de su hijo, le respondió: "Es una pregunta importante, Juan. No todos los niños tienen acceso a la atención médica que necesitan. A veces, la distancia, la falta de recursos o las situaciones imposibles lo hacen complicado."
Juan asintió con la cabeza, pero aún sentía que había más que podían hacer. Así que decidió que ese día él haría algo especial para ayudar a aquellos niños.
"¡Voy a hacer una campaña para recolectar juguetes y ropa para donarles a los que más lo necesitan!" - exclamó Juan con entusiasmo, su corazón lleno de esperanza.
A la siguiente mañana, Juan se encontró con su amiga Sofía, quien era muy creativa. "Sofía, tengo una idea; ¿podrías ayudarme? Vamos a hacer carteles y a recaudar cosas para los niños que no pueden ir al hospital."
"¡Claro, Juan! ¡Me encanta la idea!" - respondió Sofía, llena de energía. Juntos, comenzaron a crear coloridos carteles que decían: "Donemos Amor. Recogemos juguetes y ropa para niños que lo necesitan. ¡Juntos podemos hacer la diferencia!"
Los dos amigos fueron a la plaza y, con la ayuda de otros niños, comenzaron a explicar su proyecto.
"Hoy es un día especial; queremos ayudar a otros niños a sonreír. ¡Nuestra meta es reunir muchas cosas para ellos!" - les decía Juan a sus amigos.
A medida que pasaba el día, los niños se unieron. Trajeron juguetes, muñecas, pelotas y ropita que ya no usaban. La esquina de la plaza comenzó a llenarse de cajas y risas, mientras cada uno contribuía como podía.
Cuando ya se habían recolectado varias cosas, Juan y Sofía se sintieron felices, pero había algo que aún no sabían. Las personas que vivirían en otras ciudades tendrían que recibir esos donativos. Así que decidieron organizar una gran fiesta en la plaza para recaudar fondos que les permitieran enviar todo lo recolectado al hospital más lejos.
"¡Hagamos música, baile y comida rica! Así, también vamos a divertirnos y ayudar a los demás al mismo tiempo!" - sugirió Sofía, saltando de alegría. Juan estuvo de acuerdo y, juntos, comenzaron a invitar a toda la comunidad.
El día de la fiesta, el sol brillaba intensamente. Muchos niños y padres vinieron. Había juegos, música y deliciosos alimentos. La plaza se llenó de risas, y todos colaboraron comprando dulces y participando en juegos a cambio de donaciones.
Al final del día, habían recaudado no solo juguetes, sino también suficiente dinero para enviar cajas llenas de amor a los niños que no pueden ir al hospital.
"Lo logramos, Juan!" - gritó Sofía emocionada al ver la cantidad de cosas recolectadas. "¡Este será un gran regalo para ellos!"
"Sí, pero esto es solo el comienzo, Sofía" - respondió Juan. "Siempre debemos recordar que cada niño merece sonreír, jugar y tener acceso a lo que necesita, justo como nosotros."
Y así, no solo celebraron el Día de los Derechos del Niño, sino también aprendieron que la amistad y la solidaridad pueden cambiar corazones y hacer que el mundo sea un lugar mejor. Después de todo, aunque un niño pudiera no ir al hospital, había otros como Juan y Sofía dispuestos a llevar un poco de esperanza y amor donde más lo necesitan.
"La verdadera magia está en la empatía y en ayudar a los demás. Hoy hemos sido los héroes de algún niño, y eso nos llena de felicidad." - concluyó Juan mientras miraba a su amiga Sofía, quien sonreía.
FIN.