El Viaje de Julio
Había una vez un niño llamado Julio que vivía en una pequeña ciudad. Desde que tenía uso de razón, soñaba con viajar a lugares lejanos, conocer nuevas culturas y hacer amigos de diferentes partes del mundo. Un día, su madre le dijo:
- Julio, este fin de semana iremos a la gran estación de tren. ¡Prepárate para un viaje inolvidable!
Julio estaba emocionado y comenzó a soñar despierto sobre las aventuras que le aguardaban. El sábado, se levantó temprano y se vistió con su mejor ropa. Mientras esperaba en la estación, notó que muchas personas iban y venían, cada una con su boleto en mano.
- ¡Mirá, mamá! -dijo Julio señalando a un grupo de viajeros- Quiero conocer a todos esos chicos y jugar con ellos.
Pero la madre de Julio lo miró con ternura y le explicó:
- Está bien, pero primero debemos asegurarnos de tener nuestros boletos y subir al tren correcto.
Después de revisar sus cosas, Julio se dio cuenta de que había olvidado su boleto en casa.
- ¡Oh no! -gritó con desespero- ¡Mi boleto, es horrible! No puedo viajar sin él.
Su madre sonrió, tratando de calmarlo.
- No te preocupes, Juli. A veces las cosas no salen como quisiéramos, pero siempre hay maneras de solucionarlo. Vamos a la ventanilla y veremos qué podemos hacer.
Al llegar a la ventanilla, una amable señora le preguntó:
- ¿Qué sucede, pequeño?
Julio, un poco avergonzado, explicó su situación. La señora lo escuchó atentamente y luego dijo:
- Si perdés tu boleto, a veces puede suceder que puedas conseguir un viaje diferente. Esperen un momento.
Mientras Julio esperaba con nervios, se dio cuenta de que podía ver a los demás niños jugando. De pronto, notó a un niño que se veía triste sentando solo en un rincón.
- ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó Julio al acercarse.
- No puedo jugar porque tengo miedo de no saber cómo hacerlo bien -contestó el niño.
Julio pensó por un momento y decidió invitarlo:
- Ven, podemos jugar juntos. No importa si no sabes, yo tampoco tengo muchas ideas, pero podemos intentar. ¡Es más divertido jugar entre amigos!
El niño sonrió tímidamente y se unió a Julio. Jugaron al aire libre, inventaron historias y se rieron a carcajadas. A medida que pasaba el tiempo, la señora de la ventanilla regresó.
- Julio, tengo buenas noticias. Te hemos conseguido un nuevo boleto para el próximo tren.
- ¡Qué alegría! -gritó Julio- Ahora podré viajar, gracias señora.
- Pero no olvides, querido, que el verdadero viaje no siempre es el que se hace en tren. A veces, los momentos más valiosos son aquellos que compartimos con otros.
Julio miró a su nuevo amigo y se dio cuenta de que había hecho algo especial en lugar de preocuparse por su boleto. Cuando llegó la hora de partir, miró a su madre y a su nuevo amigo.
- ¡Estoy listo para viajar! -dijo con una gran sonrisa, y se subió al tren sintiendo que ya había tenido una aventura maravillosa aunque no hubiera salido de su ciudad.
Así comprendió que aunque los imprevistos puedan parecer horribles, a veces pueden abrirnos a nuevas oportunidades y amistades. Y así, el viaje no solo lo llevó a un destino lejano, sino también a un hermoso encuentro inesperado que recordaría para siempre.
FIN.