El Viaje de la Abuela Estela



Martin estaba sentado en el patio de su casa, jugando con sus juguetes en un día radiante. De repente, su curiosidad lo llevó a su abuela Estela, quien estaba sentada en un viejo sillón de mimbre, leyendo un libro. Martin se acercó y le preguntó:

"Abuela, ¿me contás alguna historia de cuando eras joven?"

Estela sonrió, cerró su libro y lo miró con nostalgia.

"Claro, Martin. Hay una historia que nunca te he contado... La historia de cómo escapé de la Tierra hace muchos años, cuando había una invasión de criaturas extrañas."

Los ojos de Martin se abrieron como platos, emocionado por lo que iba a escuchar.

"¿Cr-creaturas? ¿Qué tipo de criaturas, abuela?" - preguntó, intrigado.

Estela se acomodó en su sillón y comenzó a relatar.

"Era un día normal, como cualquier otro. La gente estaba en sus rutinas diarias, hasta que de repente, en el cielo aparecieron unas nubes oscuras. No eran nubes comunes, Martin, eran enormes nubes que cubrían el sol y hacían que todo se volviera gris. Y de esas nubes, surgieron unos seres gigantes, con ojos brillantes y alas enormes. Nadie sabía de dónde venían."

"¿Y qué hicieron, abuela?" - interrumpió Martin.

"Al principio, solo miraban. Pero luego comenzaron a descender y la gente se asustó. Yo era una joven, valiente, y decidí que no podía quedarme sin hacer nada. Junto a otros amigos decidimos investigar. Así que una noche, nos escabullimos hacia el bosque para averiguar qué querían. Cuando llegamos al claro, escuchamos que hablaban entre ellos. ¿Sabés qué decían?"

Martin sacudió la cabeza, ansioso por saber.

"Ellos habían venido a buscar recursos de nuestro planeta porque el suyo estaba agotado. Y si no les dábamos lo que querían, ellos nos invadirían y nuestra tierra cambiaría para siempre."

"¡Eso suena terrible! ¿Y qué hicieron luego?" - preguntó Martin, con una mezcla de temor y fascinación.

"Nos reunimos en mi casa y comenzamos a pensar en un plan. No queríamos pelear, pero tampoco queríamos perder nuestra Tierra. Así que decidimos hablar con ellos. Fue un desafío, porque había muchos que querían enfrentarlos. Sin embargo, yo creía en encontrar una solución pacífica."

"¿Y lo lograron?" - preguntó Martin, totalmente absorto en la historia.

"Sí, organizamos una reunión con los líderes de las criaturas. Al principio estaban desconfiados, pero yo les llevé un regalo, algo típico de nuestra Tierra: una canasta de frutas y una hermosa manta tejida a mano. Les conté sobre nuestra cultura, sobre cómo cuidamos de nuestro planeta. Les expliqué que en lugar de robar, podríamos compartir nuestros recursos. "

Martin aplaudió con energía.

"¡Eso es genial, abuela! Pero, ¿qué pasó después?"

"Las criaturas comenzaron a hablar. Una de ellas, que parecía ser la líder, dijo que habían llegado a nuestro planeta porque buscaban un lugar para vivir y no solo para robar. Así que llegamos a un acuerdo. Les ofrecimos un lugar en un lado del planeta donde pudieran vivir y cultivar, a cambio de que no causaran más problemas."

Martin sonrió, aliviado por el desenlace positivo de la historia.

"¿Y entonces, abuela?"

"Entonces, muchos de ellos se quedaron y otros regresaron a su hogar. Aprendimos a convivir, compartiendo y cuidando el planeta juntos. Por eso siempre les digo a mis amigos que la comunicación y la comprensión son clave para resolver conflictos. Y así fue como, gracias a nuestro esfuerzo, salvamos la Tierra. Ahora siempre debemos recordar que hay otras formas de abordar los problemas, sin recurrir a la violencia."

Martin miró a su abuela con admiración.

"¡Eres una heroína, abuela Estela!"

Estela sonrió con dulzura.

"No soy una heroína, Martin. Solo soy una persona que decidió ser valiente y hacer lo correcto. Y tú también puedes ser valiente, siempre que actúes con amor y respeto hacia los demás."

Con el corazón lleno de nuevas lecciones, Martin se sintió inspirado por la historia de su abuela y decidió que siempre resolvería los conflictos de manera pacífica, sin importar lo grandes que parecieran, así como ella lo había hecho. Y así, en un pequeño rincón del mundo, el legado de la abuela Estela continuó vivo en su nieto y en cada niño que escuchó su inspiradora historia de valentía y comprensión.

FIN.

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