El Viaje de la Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo, dos hermanos gemelos llamados Tomás y Mateo. Desde que nacieron, siempre habían sido inseparables. Todo lo hacían juntos: jugaban al fútbol en la plaza, compartían sus juguetes y hacían los deberes uno al lado del otro.

Un día, su maestra, la señora Lucía, llevó a la clase a una excursión a la granja de don Alejandro. Los hermanos estaban muy emocionados y se prometieron no separarse durante toda la visita.

Cuando llegaron a la granja, don Alejandro los recibió con una sonrisa. "Hola, chicos. Hoy aprenderán sobre los animales y la vida en el campo. ¡Prepárense para divertirse!"-

Los chicos miraron al unísono y dijeron: "¡Sí! No podemos esperar!"-

La visita comenzó y todos se acercaron a los animales. Los gemelos estaban fascinados con los caballos y las vacas. "Mirá, Tomás, esa vaca es enorme!"- exclamó Mateo. "Sí, ¡es casi tan grande como nosotros juntos!"- respondió Tomás riendo.

Tras un rato, don Alejandro les contó que había un torneo de carreras de caballos y que los niños podían participar en un juego para ganar una medalla especial. Los gemelos se miraron emocionados y decidieron unirse al reto.

"¡Vamos, Mateo! ¡Podemos hacerlo juntos!"- dijo Tomás. "¡Sí! ¡Siempre juntos!"-

Sin embargo, a medida que avanzaba el día, el grupo se dividió en equipos. Tomás y Mateo se encontraron en el mismo equipo que Clara y Lucas, pero al momento de inscribirse, salió una confusión.

Daniel, un chico del otro grupo, se adelantó a inscribirse con sus amigos y, al notar que los gemelos siempre estaban juntos, les dijo "¿Por qué no se dividen y prueban suerte por separado? ¡Así tienen más posibilidades de ganar!"-

Tomás pensó por un momento. "Pero siempre hicimos todo juntos, no sé si puedo sin Mateo..."- Mateo lo animó "Vamos, Tomás, seamos valientes. Esto es una oportunidad única. ¡Te irás a divertir!"-

Finalmente, decidieron aceptar el desafío. Así, Tomás se unió a Clara y Mateo a Lucas. Todos comenzaron a prepararse para la competencia. La tensión crecía mientras se acercaba la hora de la carrera. Los gemelos, aunque nerviosos, estaban emocionados.

Cuando comenzó la carrera, los amigos de Tomás y Mateo se dieron cuenta de que hacían falta horas de entrenamiento. Mientras los otros competidores se adelantaban, Tomás y Clara se esforzaban al máximo. "¡Vamos, necesitamos más velocidad!"- dijo Tomás. "Sí, pero es difícil sin practicar juntos. No sé salir adelante"- contestó Clara.

En su carrera, Mateo se sentía solo sin su hermano. Sin embargo, recordó la motivación que Tomás le había dado. "¡No puedo rendirme!"- pensó, y aceleró con toda su energía.

Los gemelos hicieron todo lo posible, pero cuando cruzaron la meta, se dieron cuenta de algo importante: habían aprendido que la verdadera amistad no se mide en las medallas ganadas, sino en el apoyo que se dan mutuamente. Ambos terminaron en la misma posición, pero juntos.

Don Alejandro, al ver la entrega de los chicos, los llamó al frente. "Chicos, aunque no hayan ganado, han demostrado que lo más valioso es intentar y apoyarse. Por ello, todos recibirán una medalla especial por su esfuerzo. ¡Felicitaciones!"-

Los gemelos se miraron emocionados y gritaron en coro "¡Gracias!"- Aceptaron la medalla con una sonrisa y se dieron un abrazo.

Después de la excursión, los chicos contaron su experiencia en la escuela y pronto se dieron cuenta de que el verdadero premio era la amistad que compartían, en cualquier situación. Desde ese momento, aprendieron que aunque fueran inseparables, explorar nuevos caminos, a veces es la mejor aventura.

Y así, Tomás y Mateo siguieron siendo gemelos inseparables, pero abiertos siempre a nuevas experiencias, juntos y por separado, lo que les permitió crecer, aprender y disfrutar cada día más de su única amistad.

FIN.

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