El viaje de la amistad



Había una vez, en un lejano reino, un castillo donde vivían dragones y personas en armonía. En ese lugar mágico también habitaba Pie Grande, una criatura gigante pero amigable que se había convertido en el protector de todos.

En el castillo, los dragones eran conocidos por su valentía y sabiduría. Aunque tenían alas y podían volar, preferían quedarse en tierra para estar más cerca de las personas. Juntos compartían historias, juegos y aprendizajes.

Un día soleado, mientras todos disfrutaban de la tranquilidad del castillo, algo inusual ocurrió: uno de los dragones desapareció misteriosamente. Sus amigos comenzaron a buscarlo por todas partes sin éxito alguno. Estaban preocupados y no sabían qué hacer.

Pie Grande escuchó los lamentos de sus amigos y decidió ayudarlos. Con sus grandes pasos se adentró en el bosque en busca del desaparecido dragón. Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, escuchó unos ruidos extraños provenientes de una cueva escondida.

Intrigado por lo que podría encontrar allí dentro, Pie Grande entró sigilosamente a la cueva. Para su sorpresa encontró al dragón perdido junto a un pequeño niño humano llamado Lucas.

El niño estaba asustado pero el dragón lo protegía con ternura. - ¿Qué hacen aquí? - preguntó Pie Grande con curiosidad. - Me encontré con este pequeño niño perdido en el bosque - explicó el dragón -, así que decidí cuidarlo hasta que aparecieran sus padres.

Pie Grande entendió que el dragón había mostrado su valentía y sabiduría al cuidar del niño, pero también comprendió que Lucas necesitaba regresar con su familia. Juntos, los tres emprendieron el camino de vuelta al castillo.

Cuando llegaron, la noticia de la desaparición del dragón se convirtió en alegría por haber encontrado a Lucas sano y salvo. Los padres del niño estaban muy agradecidos con el dragón y Pie Grande por cuidar de su hijo.

A partir de ese día, todos en el castillo aprendieron una importante lección: no importa qué tan diferentes seamos, siempre podemos ayudarnos unos a otros. Los dragones y las personas continuaron viviendo en armonía y compartiendo momentos especiales juntos.

Pie Grande se convirtió en un gran amigo para todos, especialmente para Lucas. Juntos exploraban el bosque, volaban entre las nubes y aprendían cosas nuevas cada día.

Y así fue como una simple aventura llevó a una amistad inolvidable entre un gigante noble, un pequeño niño humano y los valientes dragones del castillo. A partir de ese momento, todos comprendieron que la verdadera magia está en la diversidad y en la bondad que podemos mostrar hacia los demás.

FIN.

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