El viaje de la amistad


Había una vez un grupo de amigos que asistían a la escuela en un pequeño pueblo de las montañas.

Un día, mientras estaban sentados en clase, el maestro entró emocionado y les dijo: "¡Chicos, hoy hemos recibido una carta muy especial! Es de nuestro amigo Yogi, quien vive en las montañas y quiere enseñarnos cosas maravillosas". Todos los niños estaban emocionados por esta noticia. Se preguntaban qué cosas podrían aprender de su amigo Yogi.

El maestro abrió la carta y comenzó a leerla en voz alta para todos. "Queridos amigos, Espero que estén bien. Me alegra mucho poder escribirles desde las hermosas montañas donde vivo.

Quiero compartir con ustedes dos lecciones importantes: centrar la atención en las cosas bonitas de la vida y descubrir nuestras fortalezas personales. Primero, quiero que cada uno de ustedes cierre los ojos por un momento y piense en algo que ame hacer.

Puede ser cualquier actividad que les haga sentir felices y vivos. "Los niños cerraron los ojos tal como Yogi les había pedido y comenzaron a pensar profundamente.

Después de unos minutos, el maestro interrumpió el silencio diciendo: "Ahora, quiero que se turnen para contarle al resto de la clase sobre esa actividad especial". Uno a uno, los niños compartieron sus pasiones con entusiasmo. Algunos amaban dibujar, otros bailar o cantar; también había quienes disfrutaban correr al aire libre o jugar fútbol.

El maestro sonrió orgulloso ante tantos talentos diferentes y continuó leyendo la carta de Yogi. "Ahora que han compartido sus pasiones, quiero que se concentren en descubrir sus fortalezas personales. Todos tenemos habilidades únicas y especiales que nos hacen brillar.

A veces, estas fortalezas pueden estar escondidas o no las reconocemos fácilmente. "Los niños se miraron unos a otros con curiosidad.

¿Qué quería decir Yogi con "fortalezas personales"? El maestro les explicó: "Las fortalezas personales son aquellas cosas en las que somos buenos y nos hacen sentir orgullosos de nosotros mismos. Puede ser ayudar a los demás, ser amables, tener creatividad o ser valientes". Los niños comenzaron a reflexionar sobre qué cosas eran buenas y felices haciendo.

Algunos descubrieron que eran muy buenos en escuchar a los demás y brindarles apoyo emocional, mientras que otros tenían una gran capacidad para resolver problemas difíciles. Con cada respuesta, el grupo se volvía más consciente de lo mucho que podían ofrecer al mundo.

Después de leer la carta completa, el maestro les dijo: "Chicos, hoy hemos aprendido algo muy valioso gracias a nuestro amigo Yogi.

Él nos ha recordado la importancia de centrarnos en las cosas bonitas de la vida y descubrir nuestras fortalezas personales". Desde ese día, los niños comenzaron a ver el mundo con nuevos ojos. En lugar de enfocarse en lo negativo, encontraban alegría en las pequeñas cosas cotidianas y aprovechaban sus talentos para ayudarse mutuamente.

Cada vez que enfrentaban desafíos o momentos difíciles, recordaban las enseñanzas de Yogi y encontraban la fuerza en sus fortalezas personales.

Y así, gracias a su amigo de las montañas, los niños aprendieron a vivir una vida llena de gratitud, alegría y confianza en sí mismos.

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